Bajo el signo de la revolución

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Descripción

BAJO EL SIGNO DE LA REVOLUCIÓN

Pocas veces en la historia del mundo moderno, y en occidente, un libro ha sido la cuerda de la que se ha servido un régimen político para ahorcar a su autor, como es el caso de Bajo el signo de la Revolución.

Escrito durante el año 1935 y publicado a finales del mismo por la Librería de Roberto San Martín, recoge la experiencia de Rafael Salazar Alonso durante su ejercicio del cargo de ministro de la Gobernación, en los Gobiernos republicanos de Samper y Lerroux, a lo largo de la primavera y el verano de 1934.

No gustó al Gobierno centrista de Portela Valladares su apreciación de los hechos y las referencias al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y fue secuestrado por orden judicial. Pocas semanas después, la victoria del Frente Popular y la consiguiente ley de Amnistía liberaron el libro, que no tuvo difusión dadas las circunstancias políticas de la primavera de 1936.

Detenido a finales de agosto de 1936 y fusilado pocos días después por el Gobierno del Frente Popular, en la sentencia –que podrá ver en detalle el lector en El hombre y su destino– pesa como plomo el contenido del libro, a pesar de la ya citada amnistía, dado que el otorgamiento de tal beneficio no puede extinguir la acción penal contra el mismo.

Setenta y un años después, AKRÓN publica nuevamente Bajo el signo de la Revolución, extraordinario documento que ayudará a los lectores de hoy a comprender una etapa de la Historia de España, como es la Segunda República, tan discutida y, por desgracia, tan presente en nuestros días.

Y en esa comprensión figura como deber de justicia la recuperación de la memoria y de la figura honesta y esforzada de Rafael Salazar Alonso, ministro de la República en tiempos de zozobra.

Juan Manuel Martínez Valdueza

 


 

ÍNDICE GENERAL

PRÓLOGO, por Jaime Mayor Oreja, 15

Primera parte

EL HOMBRE Y SU DESTINO, por Juan M. Martínez Valdueza

EL HOMBRE, 23

El niño y el rey, 23 – Abogado y masón, 24 – Periodista y escritor, 25 – El político, 26 – Los bienes de Salazar Alonso, 27 – Paz espiritual, 27

REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN, 29

No es paradoja, 29 – Desandar el camino, 32

LAS ELECCIONES DE 1936, 35

El robo del acta de Salazar Alonso, 35 – Los datos que hoy conocemos, 39 – Conclusión, 42

EL FIN DE LOS SUEÑOS, 45

La primavera trágica, 45 – Huida y detención, 46 – Cárcel Modelo, 8 de septiembre de 1936, 49 – Juicio, 50 – La sentencia, una pieza jurídica vergonzosa, 50 – Indalecio Prieto, emperador romano, 57 – Cárcel Modelo, 22 de septiembre de 1936, 59 – La justicia del pueblo, 59

 

Segunda parte

BAJO EL SIGNO DE LA REVOLUCIÓN, por Rafael Salazar Alonso

EXPLICACIÓN, 67

CAPÍTULO 1. ANTECEDENTES, 71

La Dictadura y los monárquicos, 71 – El odio a Lerroux, 72 – Los monárquicos en la República, 72 – Las logias, 73 – El pacto de San Sebastián, 74 – La Derecha republicana y los socialistas, 74 – Elecciones municipales, 75 – Lerroux en el Gobierno provisional, 76 – Los compromisos del Presidente de la República, 77 – Las Cortes, en Convención, 77 – Visita de Martínez Barrio, Azaña y Domingo a Lerroux, 78 – Caída de Lerroux, 78

CAPÍTULO 2. QUEBRANTAMIENTO DEL PARTIDO RADICAL, 81

Los alcaldes socialistas y las alteraciones de orden público, 81 – Preocupación de Lerroux y Martínez Barrio, 81 – La crisis antes o después de la revolución, 82 – La destitución de Ayuntamientos, 84 – Martínez Barrio y la CEDA, 84 – Martínez Barrio contra Azaña, 85 – Se pretende que Lerroux abandone España, 86 – Transigencias con la revolución, 87 – Crisis y dimisión de Martínez Barrio, 88

CAPÍTULO 3. UN MINISTRO NOVEL, 89

Solución de la crisis, 89 – “La ocasión de servir a mi Patria”, 90 – Comentarios de Prensa, 90 – Toma de posesión de la cartera, 93 – Solo, 93 – Primeras instrucciones, 93 – La Guardia Civil, 93 – La Guardia de Asalto, 95 – Recuerdos de luchas, 95 – Visitas y plácemes, 98

CAPÍTULO 4. LAS LANGOSTAS DEL APOCALIPSIS, 101

El Rector señor Candil y el señor Alcalá Zamora, 101 – Pareja Yébenes, destituido, 101 – Murmuraciones en Palacio, 102 – Saavedra Fajardo, desobedecido, 103 – Ni príncipe, ni político, ni cristiano…, 104

CAPÍTULO 5. PRIMEROS CONFLICTOS, 107

Dos tácticas socialistas, 107 – Largo Caballero, 108 – El conflicto de la construcción, 109 – La Ley de Orden público, 114 – La minoría socialista y la Guardia civil, 117 – Medidas preventivas, 119

CAPÍTULO 6. LA HUELGA DE ABC, 121

El señor Luca de Tena pide garantías para su derecho, 121 – Significación revolucionaria de la huelga, 122 – Ni intransigencia ni claudicación, 124 – Javier Bueno, 126 – Se publica La Hoja del Lunes, 127 – Las empresas periodísticas y ABC, 127 – Se publican los periódicos, 128

CAPÍTULO 7. EL ACTO DE EL ESCORIAL, 131

Acción Popular y la República, 131 – Los socialistas ordenan la prohibición del acto, 132 – El Presidente se preocupa por la celebración del mitin, 132 – Se autoriza el acto, 135 – Huelga general e incidentes diversos, 135 – Se celebra el acto, 137 – Inquietudes presidenciales, 138 – Reunión en el Ministerio de la Gobernación, 138

CAPÍTULO 8. LA CRISIS DE LA AMNISTÍA, 141

El compromiso por la ley de Amnistía, 141 – El Presidente de la República quiere devolverla al Parlamento, 143 – Consejo en Palacio, 143 – La nota acordada en el Consejo y el comentario puesto a la ley al promulgarla, 145 – La crisis, 148

CAPÍTULO 9. NERVIOS, 155

Rumores y más rumores, 155 – Los reporteros detectivescos, 155 – La coartada del ministro, 155 – No se declara el estado de guerra, 156 – Un secuestro, 157 – El general Ruiz Trillo, 158 – El teniente coronel Muñoz Grandes, 158 – La Guardia de Asalto, 159 – Otra sublevación fantástica, 159 – Don Miguel Maura y don Gregorio Arranz, ángeles custodios, 160

CAPÍTULO 10. OTRA VEZ MINISTRO, 163

Un almuerzo en el Ministerio de Marina, 163 – Las gentilezas de don Juan José Rocha, 163 – Samper, Presidente del Gobierno, 164 – Otra vez Ministro, 164 – La indignación de Maura, 165 – “Señor Ministro de la Gobernación… Señor Presidente de la República”, 166 – Contra viento y marea, 166

CAPÍTULO 11. LAS DESTITUCIONES DE AYUNTAMIENTOS, 169

Preocupación, 169 – Las acordadas por el señor Casares Quiroga, 170 – Causas y pretextos, 170 – Las decretadas por los señores Martínez Barrio y Rico Avello, 174 – Mis decretos de suspensión y casos como ejemplo, 175 – Estadística final. “La paja en ojo ajeno…”, 181

CAPÍTULO 12. LA MASONERÍA, 183

El Ayuntamiento de Sevilla, 183 – Semana Santa, 184 – Procesiones y toques de campanas, 185 – Un artículo de Informaciones, 186 – La Masonería y la revolución, 188 – Irradiado y condenado, 190

CAPÍTULO 13. LA HUELGA DE CAMPESINOS, 193

Preocupación por la cosecha, 193 – Discusiones socialistas sobre la huelga de campesinos, 193 – Palabras de Indalecio Prieto sobre las causas del fracaso revolucionario, 195 – Los oficios de huelga, 197 – La huelga era revolucionaria, 198 – Documentos y hojas, 200 – Debate en las Cortes, 205 – Resumen de la huelga, 209 – Sucesos en Jaén, 213 – No se proclama el estado de guerra, 213

CAPÍTULO 14. LA INMUNIDAD PARLAMENTARIA Y LA REVOLUCIÓN, 217

El caso del señor Rubio Heredia, 217 – Disgusto del señor Samper, 219 – Mi dimisión, 000 – Debate en el Parlamento, 220 – Concepto de la inmunidad parlamentaria, 225 – Otra vez el telegrama sobre el flagrante delito, 227 – Detención de los diputados Lozano y Hernández Zancajo, 228

CAPÍTULO 15. PREPARATIVOS DE AGOSTO, 229

Órdenes y noticias, 229 – Armamento para la revolución, 230 – Un grado 33 de la Masonería francesa, 230 – Planes y listas, 231 – Agentes de enlace, 232 – Reparto de armas, 233 – Nombres y detalles del plan, 233 – El pacto revolucionario, 235 – “Salazar Alonso vela”, 236 – Largo Caballero niega, 236 – “No está el tiempo para gastar pólvora en salvas”, según El Socialista, 236 – Para otoño, 237

CAPÍTULO 16. LOS MUNICIPIOS VASCOS, 239

Informes del señor Velarde y del señor Muga, 239 – Antecedentes del pleito. Se prohíben las elecciones, 243 – Dimisión del ministro de la Gobernación, 244 – Entrevista con el señor Lerroux, 244 – Manifiestos contra España, 245 – Contacto con Cataluña, 247 – Estaciones clandestinas de radio, 249 – Simulacros electorales, 249 – Asamblea de parlamentarios en Zumárraga, 252 – “No podemos debatir solos…”, dice Prieto, 254 – Prieto canta el “Guernikako arbola”, 255 – Excursión con gritos contra España, 255 – Ayuntamientos socialistas solidarizados con los vascos, 256 – Incidentes en Zarauz, 257 – Los sucesos de Guernica, 257 – Irujo y el teniente Landaburu, 259 – Los diputados que asistieron al acto de Guernica, 260

CAPÍTULO 17. LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS Y LAS ALIANZAS OBRERAS, 261

La señora Nelken y la Guardia Civil, 261 – Hojas comunistas en los cuarteles, 262 – Los atracos y el restablecimiento de la pena de muerte, 264 – Las manifestaciones domingueras, 265 – Las Juventudes en la Revolución, 266 – Clausura de los locales FUE, 267 – El decreto sobre las Asociaciones de menores, 267 – Estadísticas, 270 – El mitin del Stadium, 275 – Organización de las milicias juveniles, 275 – Instrucciones para la Revolución, 278 – Las alianzas obreras, 288 – Las fuerzas del Estado, 291

CAPÍTULO 18. EL ALIJO DE ARMAS, 295

El descubrimiento en San Esteban de Pravia, 295 – El juez especial, 297 – Don Horacio Echevarrieta, 297 – Andanzas de Indalecio Prieto, 298 – El asunto, en un Consejo en Palacio, 298 – El Presidente acusa al señor Azaña, 299 – Una calumnia de El Socialista, 300 – Los pronunciamientos del siglo XIX y la calle de O’Donnell, 300 – Más hallazgos de armas, 301 – El descubrimiento en la Ciudad Universitaria, 301 – Hay que pasar el Rubicón, 303 – Multa a El Liberal, 303– Advertencias leales, 303 – Las empresas periodísticas y la Revolución, 303

CAPÍTULO 19. CATALUÑA, ASTURIAS Y MADRID, 305

La ley de Cultivos, 305 – El Orden público en el Estatuto Regional, 306 – Conversaciones y fórmulas, 307 – Las izquierdas y los catalanistas, 308 – Separatistas vascos y catalanes, 311 – Las estaciones clandestinas de radio, 311 – Los preparativos de sublevación según el señor Dencás, 312 – La adquisición de armas, 316 – Pedido que no se tramita a la Junta de Seguridad, 318 – La Asamblea del Instituto de San Isidro, en Madrid, 320 – Huelga general, 321 – Clausura de la Casa del Pueblo, 321 – Concentración de Covadonga, 325 – Huelga general en Asturias, 330 – Las armas de los revolucionarios, 331

CAPÍTULO 20. ESCÁNDALOS… ESCÁNDALOS, 335

El judío Strauss, en España, 335 – El aparato “Straperlo”, 336 – Técnicos y juristas sostienen que no es un juego prohibido, 336 – No se autoriza su funcionamiento, 337 – Clausura del Casino de San Sebastián, 337 – Comentarios de El Socialista y La Voz, 337 – Preocupaciones del Presidente de la República, 338 – Una nota del Gobierno, 338 – El Presidente de la República recibe la denuncia, 338 – Comisión parlamentaria, 339 – Arranz otra vez en escena, 339 – Arranz cree en mi honradez, pero me acusa, 339 – Actitud del Gobierno, 339 – La enemistad de Alcalá Zamora, 339 – Mi discurso en el Parlamento, 340 – Mientras los Tribunales actúan, 340 – El expediente demuestra mi no conformidad y mi prohibición, 341 – Dimisión del Fiscal de la República, 341

CAPÍTULO 21. OTRO DESCARRILAMIENTO, 343

La situación del Gobierno, 343 – Advertencias a Lerroux y a Gil Robles, 344 – Necesidad de un Gobierno fuerte. La labor contrarrevolucionaria, inaplazable, 344 – Discurso de Gil Robles en Covadonga, 345 – Consejo de Ministros de 11 de septiembre, 345 – Se plantea el problema fundamental, 000 – Conveniencia del estado de guerra y de provocar el hecho revolucionario, 346 – El momento del Gobierno, 347 – No es el Gobierno Samper el adecuado para la obra a realizar, 347 – “Orientación, coordinación, continuidad”, 348 – Consejo en Palacio, 350 – Imposibilidad de la crisis, 350 – Un Gobierno secuestrado, 351 – Almuerzo con Lerroux, 351 – Solo, 351 – La disciplina de partido, 352 – Anuncio de la Revolución, 353 – Nuevo Gobierno, 354 – Historia de mi destitución, 354

CAPÍTULO 22. EL HOMBRE DE LA CALLE, 361

Estalla la revolución, 361 – Una nota del Presidente de la República y un comentario en ABC, 361 – Un discurso del Presidente de la República sobre los indultos por la sublevación de Cataluña, 362 – Defensor de los condenados y acusador del Gobierno, 362 – El Estado se asocia a la Revolución, 363 – Jactancias revolucionarias, 363 – Para los revolucionarios, todo está igual, 365

CAPÍTULO 23. YO ACUSO AL PRESIDENTE, 367

Una crisis más, 367 – Cómo cayó la Monarquía, 367 – Examen de la situación de la República, 368 – Los partidos del 14 de abril, 368 – Una Constitución y un presidente, 369 – Criterio presidencial extensivo, 369 – Duelo entre el Presidente y el Parlamento, 369 – El Presidente de la República deshace los partidos, 370 – Política personal del Presidente de la República, 372 – Ante un Parlamento Convención, 373 – Octubre, aliento para los revolucionarios, 373 – Horas graves para España, 374 – Acuso al Presidente ante el país, 374 – ¡Dios salve a España!, 375

ÍNDICE ONOMÁSTICO, 377


 

PRÓLOGO de Jaime Mayor Oreja

Es muy posible que el único título que yo pueda tener para escribir este prólogo sea el de haber sido uno de los sucesores de Salazar Alonso al frente de un Ministerio de la complejidad y trascendencia del Ministerio del Interior. Es muy posible también que a los dos nos haya invadido, en algún momento del ejercicio de tan delicada responsabilidad, la misma angustia, la misma desazón, la misma urgencia de tener que enfrentarnos a hechos de gran complejidad y trascendencia. Y es muy posible finalmente que más de setenta años después, el ex ministro que ahora soy, se haya reconocido en alguno de los pasajes de estas memorias del Ministro que fue Salazar Alonso. No lo sé muy bien.  He de confesar, en todo caso, que de entre la galería de retratos de Ministros de la Gobernación y del Interior de España que colgaban de las paredes del Ministerio, no recuerdo el de Salazar Alonso, y he de reconocer también que, hasta la lectura de estas apasionantes memorias, para mí la personalidad de Salazar Alonso era prácticamente desconocida.

El prologuista, evidentemente, no es un historiador. Escribe, no sobre la verdad objetiva, sino sobre el testimonio dado por Salazar Alonso, por la verdad vertida en estas páginas por un Ministro profundamente republicano, inicialmente masón, miembro del partido radical de Lerroux, que hubo de hacer frente a los procesos revolucionarios previos a Octubre de 1934, y que fue finalmente asesinado en Madrid en 1936 a manos de un Tribunal Popular. Podríamos decir que su destino trágico fue el de la propia República a la que sirvió. Una República que perdió su posibilidad histórica en el mismo momento en que dejó de ser un régimen incluyente y se transformó –o quisieron transformarla– en un instrumento revolucionario y de exclusión.

En tiempos de la malhadada ley de Memoria Histórica –la más irresponsable y sectaria de todas las iniciativas del gobierno de Rodríguez Zapatero– es casi obligado comenzar diciendo que este libro cuenta la historia de la descomposición del Régimen Republicano por hostigamiento conjunto y revolucionario de las izquierdas y de los nacionalismos, que fueron verdaderos responsables –aunque no ciertamente únicos– de la crisis social y política que culminó en la Revolución de Octubre y en la guerra civil.

Cuando uno cierra las páginas de estas interesantísimas memorias, le queda un sabor de frustración y de amargura. Como Nación. Porque la gran derrotada de todo aquel disparate histórico por el que derrapó la Segunda República, fue sobre todo España. La sociedad española, las generaciones españolas, y hasta el propio concepto de España. Hoy, insospechadamente, como si se tratara de una maldición, la utilización política que ha hecho de toda aquella tragedia la Ley de Memoria Histórica, ha vuelto a hacer planear sobre nuestro sistema político de convivencia lo peor de la Historia de España. En un país como el nuestro, que ha atravesado en los dos últimos siglos cuatro guerras civiles, con demasiadas cicatrices y el cainismo político todavía reciente, no creo que convertir la tragedia de 1936 en arma política elevada a rango legal, sea precisamente la mejor de las contribuciones posibles a la convivencia. Cuando menos, es una irresponsabilidad y un tic de sectarismo imperdonable.

He de decir que por las páginas de estas memorias desfilan demasiados hechos, demasiados sucesos, demasiadas personalidades de la España republicana que acaban siempre conduciendo al lector a una especie de desazón fruto, insisto, del relato y la denuncia de Salazar Alonso: la deslealtad del PSOE y de Largo Caballero hacia la legalidad republicana, su giro panrevolucionario y prosoviético que pretendía transformar el régimen en dictadura del proletariado, la pérdida total del sentido común, la consideración del adversario como enemigo a batir, incluso físicamente, el desprecio de la burguesía y la exaltación del proletariado revolucionario, el sectarismo de clase unido al sectarismo de partido, una izquierda excluyente que quería una República excluyente y que, en el momento en que perdió el poder republicano, quiso derribar el Régimen del 14 de Abril, el odio cuando no el desprecio entre líderes republicanos, la completa deslealtad entre la práctica política y las instituciones, la vulneración y el desprecio de los derechos más elementales… Se ha falseado tanto la Historia que todavía hoy impera en la psicología colectiva de los españoles que en 1936 se enfrentaron republicanos contra antirepublicanos, demócratas contra fascistas. Pero las cosas no fueron ni tan nítidas ni tan sencillas ni completamente así. Fue, eso sí, la tragedia de un país destruido por la tensión entre dos fuerzas, la revolucionaria y la contrarrevolucionaria, sin posibilidad de conciliación. Porque a la altura de 1936, la situación se había deteriorado ya tanto, el país se había deslizado por tal pendiente, estábamos inmersos en tal proceso revolucionario de destrucción, odio y violencia que –por utilizar el célebre título de Gil Robles– “No fue posible la paz”. En realidad, la paz se había desmoronado ya en 1934, y si Salazar Alonso merece algún crédito es precisamente el de haberse dado cuenta de la difícil pendiente por la que España empezaba a deslizarse, y el de haberla intentado contener. No fue tampoco posible. Cuando en un Régimen político el cumplimiento de la legalidad vigente se convierte en excepción, es que ese Régimen ha dejado de existir. Y contra eso luchó, con mayor o peor fortuna, el autor de las memorias cuyo prólogo escribo ahora.

Y a uno, que ha entendido la política dentro de las reglas del juego limpio y ha intentado siempre respetar al adversario democrático, le llama también poderosamente la atención la degradación y destrucción del clima político, incluso entre personas que políticamente no estaban en las antípodas.

Llaman la atención las banderías dentro del partido radical de Lerroux,  y sobre todo el enfrentamiento y el desprecio no disimulado entre el Presidente de la República, Alcalá Zamora, y el Ministro del Interior de su Gobierno, Salazar Alonso. En muy reiteradas ocasiones, éste responsabiliza directamente a aquél de graves errores republicanos, incluso de su caída política en cuatro de octubre del 1934. Pero si uno se acerca a la opinión que Alcalá Zamora tenía de Salazar Alonso, ve de inmediato la falta de consideración personal y política hacia éste. Confrontar las memorias de los políticos republicanos ayuda ciertamente a tomar conciencia del grado de enemistad política y personal entre los políticos republicanos de sensibilidades y partidos no necesariamente alejados entre sí. Cierto que este libro de Salazar Alonso contiene no pocos reproches y acusaciones hacia el que fuera su Presidente de la República, pero no es menos cierto que si uno se acerca a las memorias de D. Niceto Alcalá Zamora la conclusión es la misma, por ejemplo cuando acusa a Salazar Alonso de haber “organizado, al servicio de Lerroux, un ignominioso servicio de espionaje cerca de mí”, o cuando le califica por “la exaltación izquierdista…(que) culminaba sobre todo en lo que se refería al problema religioso, al extremo de no querer se le llamara Rafael por ser nombre de arcángel… lo suprimía en las tarjetas, limitadas a los apellidos”  aunque posteriormente las circunstancias políticas le llevaran a actuar como un “converso… Así, se despidió éste de su sectarismo anticlerical y antirreligioso pocos meses antes de entregarse a la reacción, desvanecido en Madrid por lo halagos de la mayoría derechista”. Otro tanto sucede cuando uno se asoma a las Memorias de Diego Martínez Barrio. No así cuando las contrasta con los “Papeles para la pequeña y gran historia, memorias de mi padre y mías” de Torcuato Luca de Tena, donde la valoración de Salazar es siempre positiva –sobre todo en relación con su actitud frente a la huelga de Artes Gráficas– a quien califica como “un hombre de una pieza, una de cuyas primeras decisiones fue devolver a Sevilla, Málaga y Valladolid la inmemorial tradición de sus Semanas Santas, prohibidas en España desde el advenimiento de la República… se advirtió al hombre fuerte dispuesto a respetar y hacer respetar la ley”.

El prologuista no quisiera terciar en el juicio de una persona que, finalmente, habrá de ser la Historia quien lo haga. Pero hay que reconocer en Salazar Alonso el valor político de haber combatido con la legalidad los hechos previos a la Revolución de Octubre.

Una de las cosas más impresionantes de la Segunda república española es lo mal que hablaban unos políticos de otros, la mala opinión que se merecían entre sí, el desprecio cuando no el odio y el ánimo de revancha. La actitud de unos hacia otros que fue abriendo no una sino multitud de brechas, zanjas y heridas entre españoles de todo cariz. ¿Memoria Histórica? Lo que debiera hacer cualquier gobierno sensato sería encerrar con siete llaves el sepulcro terrible de la vida española de todos esos años. Ese fue el pacto más importante de la Transición, y ese pacto es el que este gobierno ha vulnerado irresponsable y frívolamente.

He de confesar que durante la lectura de estas memorias no pocas veces ha planeado sobre mi cabeza la oscura sombra de la repetición de algunos comportamientos políticos. No quiero decir que la historia se esté repitiendo, ni mucho menos; es prácticamente imposible. Ni la España actual es la del año 34 ni la sociedad española tiene demasiado que ver con la de entonces, ni los totalitarismos europeos del signo que fueren sirven de referencia a algunos partidos españoles. Lo que sí quiero decir es que la izquierda –o al menos alguna parte de esa izquierda– y el nacionalismo, se han radicalizado muy notablemente y han dado pasos en la dirección equivocada: pactos de la izquierda con la Ezquerra, pactos excluyentes del Tinell, pactos entre el nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco, Asamblea de Ayuntamientos vascos… hay demasiados tics políticos, demasiadas querencias, demasiadas derrotas en los rumbos de los partidos como para huir de las equivalencias históricas. Gracias a la situación social de España, al nivel de renta y bienestar, y a la derrota histórica de los totalitarismos comunista y fascista es hoy posible no hacer equiparaciones. Pero los errores de la izquierda y el nacionalismo, en el fondo son los mismos.

Salazar Alonso fue cesado el cuatro de Octubre, y la Revolución comenzó el cinco, justo el día en que los revolucionarios mataron en Mondragón a mi tío abuelo, Marcelino Oreja Elósegui. De aquellos hechos no quiero contar más que el frío dato de la coincidencia de circunstancias.

A Rafael Salazar Alonso, antiguo masón, anticlerical, republicano ferviente, lerrouxista convencido, hombre que intentó hacer respetar la legalidad republicana cuando el socialismo y el nacionalismo decidieron acabar con ella, lo asesinó un Tribunal Popular en 1936. Sólo entonces, producida ya la tragedia, sus adversarios políticos tuvieron palabras de pesar y condolencia. Luca de Tena atribuye la causa de su asesinato, bien a su salida de la masonería, bien al apoyo decidido al ABC con ocasión de la huelga de Artes Gráficas. Otros, la atribuyeron a su aproximación a la CEDA de Gil Robles o a su firmeza en la represión de los actos subversivos y revolucionarios que le tocó combatir.

Y me atrevo a afirmar que le mató la crueldad y la exageración. Porque leyendo el libro de Rafael Salazar Alonso descubres o, mejor dicho, confirmas que el cáncer de España es la exageración de algunos de los proyectos políticos que se producen en su territorio con una trágica inclinación a la descalificación del discrepante. Rafael Salazar Alonso arranca su peculiar e interesante trayectoria política probablemente desde “su exageración personal” y termina asesinado por la exagerada crueldad de los demás, de los que le odiaban, de aquellos, inicialmente correligionarios,  que discrepaban de su actitud cuando había sido Ministro de la Gobernación.

Aquella España pone los pelos de punta. Por la zafiedad, por el sectarismo, por la brutalidad, por la falta de compasión. Por la falta de visión histórica y por la falta de ambición para España. Por la exageración.

El prologuista sólo espera que aquellos hechos no se repitan jamás, que los partidos políticos estén a la altura de la sociedad que les ha tocado liderar y que quienes se equivocaron radicalizándose entonces no se equivoquen ahora.

Setenta y cuatro años de historia de Europa y de España separan esas dos situaciones; tres generaciones de españoles hacen irreconocible aquella sociedad en la nuestra. La reapertura de viejas heridas está completamente fuera de lugar y sin embargo…

Las últimas palabras conocidas de Rafael Salazar Alonso las dirige a su hermano Carlos en una carta desde la cárcel Modelo, el 22 de septiembre de 1936, y cuya posdata dice: ¡Qué error se comete con esta sentencia! Y yo creo, amigo lector, que esa frase condensa mejor que ninguna otra el fracaso de una parte de nuestra Historia; de la historia de todos nosotros.

 

Jaime Mayor Oreja

Noviembre de 2007


 

 

Bajo el signo de la revolución

Autores Juan Manuel Martínez Valdueza y Rafael Salazar Alonso
Portada Ver portada
Editorial AKRÓN
Año 2007
Idioma Español
Encuadernación Tapa dura
Nº de páginas 388
ISBN 9788493601133

Juan Manuel Martínez Valdueza

Juan Manuel Martínez Valdueza

Juan Manuel Martínez Valdueza

(Villanueva del Fresno, Badajoz, 1949)

Ingeniero de Sistemas, escritor y editor. Ha dirigido los departamentos de Sistemas de Información de diferentes compañías, entre las que destacan las consultoras y auditoras Fraser Española, Deloitte Haskins & Sells y GCI. Ha publicado trabajos sobre Sistemas de información, Metodologías de diseño y desarrollo de aplicaciones informáticas y Tecnologías de Bases de Datos y Comunicaciones. Asimismo ha diseñado y desarrollado sistemas de gestión Documental (Virtual Office), Industrial (GesMad), de Justicia y de Investigación Histórica, entre otros.

Libros publicados

De espaldas a la tierra. Poesía. 100 págs. Monopol, D:L: M-11.655-1968. Madrid, 1968

El blocao de la muerte. Guión de cine. 210 págs. Films 70, Madrid, 1970

Solos los dos. Guión de cine. 245 págs. Films 70, Madrid, 1971

Freddy, historia de un cantante. Guión de cine. 215 págs. Films 70, Madrid, 1972

Camino inevitable. Poesía. 96 págs. Prólogo de Juan M. Navas. Endymión, ISBN: 978-84-7731-387-3. Madrid, 2001

Las Elecciones Generales de 1936 en León y su provincia. Historia. 368 págs. y CD. Documentalista: Catalina Seco Martínez. Lobo Sapiens, ISBN: 978-84-935160-6-2. León, 2007

Vida, muerte y resurrección del Vita. Historia. 48 págs. Akrón, Colección: ¿Quiere saber más? #2, ISBN: 978-84-92814-08-4. León, 2009

Rafael Salazar Alonso: el hombre y su destino. Historia. 106 págs. Akrón, Colección: ¿Quiere saber más? #11, ISBN: 978-84-92814-39-8. León, 2011

Un blog con España a cuestas (Primera parte 2010-2011). Artículos. 396 págs. Prólogo y epílogo de Francisco Ansón y Venancio Iglesias. Akrón & Csed, ISBN: 978-84-92814-48-0, León, 2011

Cinco años no son nada. Artículos. Avatares de la vida española con alguna salida de tono (pero pocas). 356 págs. Prólogo de Manuel Pastor Martínez. Ediciones El Criticón, ISBN: 978-84-124197-0-2, León, Madrid, 2021

Libros publicados con VV. AA.

“Casi siempre pasan cosas” en División de opiniones: Arco Iris, una tertulia literaria del siglo XXI, VV.AA., Lobo Sapiens, ISBN: 978-84-932188-0-5. León, 2002

“De Portugal viniste” (en el libro aparece con el título apócrifo “De La Cepeda viniste”) en Molinos de Barbadiel: versos a Oliegos, Lobo Sapiens, 978-84-932188-9-8. León, 2003

“Legitimistas y avergonzados”, “La chapela y el turbante” y “César, poeta ignorado” en Con poco tiento, VV.AA., Huerga y Fierro, ISBN: 978-84-8374-528-1. Madrid, 2005

“El inefable don Pere”, “Legitimistas y avergonzados (2)” y “Elogio del tabaco” en Tensando el arco, VV.AA., Akrón, ISBN: 978-84-936011-1-9. León, 2007

“El saco de sueños” en Todo o nada, VV.AA. Relatos. Akrón, ISBN: 978-84-936505-7-5. León, 2008

“Ya es hora” en Tres voces, tres mundos I - 2014. VV.AA. Poesía. Csed, ISBN: 978-84-941538-3-9. León, 2014

“Arañas como manos” en Poemas por vidas. VV. AA. Poesía. CERSA Editorial, ISBN: 978-84-944729-8-5. Madrid, 2016

Prensa, revistas y medios digitales

Ha sido colaborador de las revistas Poesía Española del Ateneo de Madrid (con poemas), Cambio 16 (artículos de actualidad), Doblón (reportero free lance), La Legión (artículos de Historia), Yareah Magazine, León en Madrid, Revista de la Policía, etc…, y de periódicos como La Gaceta  (artículos de opinión).

Actualmente es columnista (Fila tres) del grupo Noroeste en Red (Astorga Digital, Bierzo Digital y Laciana Digital), así como director y editorialista del periódico digital La Crítica (www.lacritica.eu).

Libros inéditos

Crónica pagana de España. Tres mil años de Historia de España en ciento veinte generaciones. Desde 1.000 aC hasta 2.000 dC. Historia.

La España de Ptolomeo. Las ciudades prerromanas de la Península Ibérica. Historia.

Las elecciones del miedo. Febrero de 1936. Historia. (Publicado el estudio dedicado a la provincia de León con el título: Las Elecciones Generales de 1936 en León y su Provincia.

Herederos del Vita. El tesoro de la Segunda República. Historia. (Publicado el capítulo XIII con el título: Vida, muerte y resurrección del Vita).

Un blog con España a cuestas (Segunda parte, 2012-2013). Artículos de opinión.

Sólo música. Poesía.

Operación “Enredadera”. Enredadores y enredados. Una aproximación a las instituciones, partidos, políticos y funcionarios; empresarios, empresas y conseguidores relacionados con la operación anticorrupción “Enredadera”. (Publicado el “Cap. I: Teoría y práctica de la corrupción” en 6 artículos en La Crítica).

Entre libros (I). Memoria corta de un editor independiente. Memorias.

Entre libros (II). Prólogos e introducciones

 

(Ver todos los artículos de Juan M. Martínez Valdueza en La Crítica)

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Rafael Salazar Alonso

Rafael Salazar Alonso

Biografía escrita por el historiador José Manuel Cuenca Toribio y publicada en el DICCIONARIO BIOGRÁFICO de la Real Academia de la Historia:

Salazar Alonso, Rafael. Madrid, 27.XII.1895 – 23.IX.1936. Político, ministro, alcalde de Madrid.

De familia humilde —su padre fue modesto peluquero—, cursó la primera y segunda enseñanza en centros públicos de la capital de la nación y la carrera de Derecho en la Universidad Complutense, alternándola con el trabajo dada su carencia de medios propios. Periodista y escritor de variado pero adocenado registro, sintió muy pronto la llamada de la política, militando desde joven en asociaciones republicanas.

Caída la Monarquía alfonsina, fue concejal de la corporación municipal madrileña en representación del Partido Radical, revelándose como hombre de gestión por la energía de su carácter y dotes organizadoras. Afiliado a la masonería en una época en que la pertenencia a dicha asociación propiciaba el cursus honorum de sus adictos, fue diputado por Badajoz en las dos primeras legislaturas republicas, destacándose en las Cortes por su verbo tribunicio y ardor doctrinal. Presidente de la Diputación Provincial de Madrid, su jefe político, Alejandro Lerroux, le integró en su primer gabinete cuando éste sufriera la crisis parcial de comienzos de marzo de 1934. Fue su destino la importante cartera de Gobernación, que ocupara en sustitución del dimitido Diego Martínez Barrio. Al fin de su mandato, el jefe radical impuso su continuación en el gabinete de Ricardo Samper a manera de lazo entre uno y otro y signo de permanencia del mejor radicalismo. Durante el semestre de su paso por el poder ejecutivo reivindicara en todo momento el principio de autoridad y las prerrogativas del Estado en un sistema de libertades como el republicano. El enfrentamiento que tan decidida postura entrañara con los sectores sindicalistas y más extremosas fuerzas arruinó sus opciones políticas —la presidencia del Consejo de ministros—, pero le valió una gran celebridad en extensas capas de la nación, provocando, finalmente, su salida o expulsión de la masonería, acusado de “traición a su espíritu”. En el pulso mantenido a finales de la primavera de 1936 entre la flamante Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra, de obediencia ugetista, y el gobierno a consecuencia de la huelga general que aquélla iba a declarar para impedir la recolección de la llamada “cosecha del siglo”, las medidas adoptadas —prisiones preventivas, suspensión de municipios socialistas, exhibición de fuerza— por un ministro crecientemente convencido del pronto estallido de un movimiento revolucionario de grande y arrolladora magnitud, de naturaleza y fines semejantes al octubre ruso, se revelaron por entero disuasorias y los cereales pudieron entrojarse en todo el país, con la consiguiente popularidad del inspirador y ejecutor del plan diseñado.

En un libro-testimonio, escrito “en vivo” y muy difundido en su tiempo —Bajo el signo de la Revolución (Madrid, 1935)—, describiría con vigor el titular de Gobernación en la etapa samperiana la gráfica del fenómeno revolucionario a lo largo del convulso verano en fuera responsable de dicha cartera, en cuyas páginas deja al descubierto la orfandad padecida por su política en un gabinete irrefrenablemente ganado por el desconcierto y el temor ante el encrespamiento de las tensiones políticas y sociales. Bien que ante tal panorama ofreciera, en la reanudación del curso parlamentario, a su presidente su voluntario cese al objeto de silenciar ciertas voces críticas, su abandono se debió en puridad al veto personal del presidente de la República, alérgico a su temperamento y actitud, hasta el extremo de acusarlo de implacable “espionaje”, según Lerroux. Persuadido éste de la valía política de su seguidor, facilitó ulteriormente su nombramiento como alcalde de Madrid, cargo al que renunciaría al conocerse el affaire del “Straperlo”, para limpiar, al menos parcialmente, la imagen de un partido denostado con frecuencia por su proclividad hacia la tabidez. Sin su acta de diputado pacense en la legislatura del Frente Popular, fue víctima de una implacable caza del hombre por elementos sindicalistas.

Encerrado en una checa, fue fusilado en el otoño madrileño de 1936.

 

Obras de ~: Carta sin sobrescrito el Señor Ossorio y Gallardo, Madrid, 1929; La justicia bajo la dictadura, Madrid, Reus, 1930; M. Carmona (comp.), Trayectoria política de Alejandro Lerroux, intr. de ~, epílogo de M. Arrazola, Madrid, Revista Progreso [1934]; Tarea, cartas políticas, Madrid, Imprenta Sáez Hermanos, 1934; Bajo el signo de la Revolución, Madrid, Roberto de San Martín, 1935 (2.ª ed. pról. de J. Mayor Oreja, est. intr. de J. M. Martínez Valdueza, Astorga, Editorial Akron, 2007); Procesos de mi tiempo: la muerte de don Eduardo Dato, pról. de F. Bergamín, Madrid, Facta, s. f.

 

Bibl.: O. Ruiz Manjón, El partido republicano radical. 1908-1936, Madrid, Editorial Tebas, 1976; J. Avilés, La izquierda burguesa en la II República, Madrid, Espasa Calpe, 1985; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1998, págs. 794-797; P. Moa, Los personajes de la República vistos por ellos mismos, Madrid, Ediciones Encuentro, 2000; J. M. Martínez Valdueza, “El hombre y su destino”, en R. Salazar Alonso, Bajo el signo de la revolución, op. cit., 2007, págs. 21-61.

 

José Manuel Cuenca Toribio

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