Descripción
Miguel de Cervantes fue un observador excepcional. Su itinerario vital le permitió un conocimiento privilegiado del mundo mediterráneo, en el momento en que los imperios otomano y español dirimían allí la hegemonía mundial de las culturas. El escritor fue un hombre de frontera; un hombre que conocía (gozaba y sufría) lo que ocurría en Lepanto, Argel, Malta o Túnez, y que, además, se interesaba por las novedades llegadas de Flandes, Portugal o el Nuevo Mundo. Provisto de un conocimiento universal, en las páginas del Quijote aparece también una gastronomía multicultural. Este libro desmonta el tópico de la gastronomía del Quijote como gastronomía manchega. Productos, platos y refranes son esencialmente hispanos, comunes a la mayor parte del territorio peninsular, y se enriquecen con los ecos de las experiencias culinarias del autor en África o Italia.
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