Descripción
“El mesianismo y el dogmatismo de la doctrina marxista empaparon desde el primer momento al PSOE. Ni Pablo Iglesias, ni ninguno de los líderes que le acompañaron en el Partido hasta su muerte, ni los que le sucedieron, abdicaron jamás del totalitarismo predicado por Marx y Engels.”
“Para desgracia de España, el Partido Socialista dirigido primero por Iglesias y luego por Largo Caballero… optó desde su nacimiento hasta julio de 1936 por el marxismo ortodoxo salvo, como hemos dicho, cuando colaboró estrechamente con la dictadura de Primo de Rivera, no para cambiar su filosofía totalitaria, sino para aprovechar tácticamente en beneficio del Partido aquella coyuntura histórica.”
El autor
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«El alzamiento de 1934 es imperdonable… El argumento de que el señor Gil Robles intentaba destruir la Constitución para instalar el fascismo era, a la vez, hipócrita y falso. Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936.»
Salvador de Madariaga
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Prólogo de Juan M. Martínez Valdueza[1]
Quizá no sea propicio comenzar estas líneas con un toque de tristeza, sensación predominante tras la recientísima lectura del texto que ahora tienen ustedes en sus manos. Pero resulta inevitable. Los más de cincuenta años de historia española que abarca esta obra, recorridos de un tirón y de la mano de su autor, es una experiencia que, aunque conocida en la mayor parte de sus detalles, no deja de ser sorprendente e inquietante.
Siendo el hilo conductor el devenir del socialismo español desde su plasmación política en el último tercio del siglo diecinueve hasta los primeros días de la tragedia de 1936, es imposible alejar en ningún momento de la mente los periodos posteriores y que nos traen hasta nuestros días. Tan viva es la historia y tan viva está en nosotros.
Aquellos que conocemos la reciente historia de España, no por inspiración divina, no, sino por haber dedicado muchas horas y muchos años al estudio minucioso de los hechos allá donde estuvieran recogidos y del color que fuesen sus envoltorios, nos podemos acercar sin prejuicios a este texto, y valorar en su justa medida aspectos de los que, de otro modo, no tendríamos conciencia. Es, probablemente, a lo que se enfrentarán aquéllos cuyo conocimiento de la misma historia proceda de los surcos culturales diseñados y trazados ad hoc para ser recorridos al son de los acordes oportunos.
La generosidad del Coronel don Enrique Domínguez Martínez-Campos, autor de esta obra, queda expresada desde el principio en los signos de interrogación que encierran una parte de su título. Y si esos signos son en verdad generosa concesión para evitar molestas rotundidades, bienvenidos sean. De lo que sí estoy seguro es de que no encierran ninguna duda.
Decía antes sorpresa e inquietud. La primera deriva de constatar, en tan larga cronología, la perseverancia en el mantenimiento de principios y consignas ideológicas tan drásticas y que van saltando de generación en generación con la misma fuerza y virulencia siendo que, como la propia vida enseña, la madurez debería conllevar equilibrio en los espíritus y templanza en los corazones. La inquietud, por tanto, llega al constatar, también, que esta organización sigue en primera línea de fuego de nuestra política, bien es cierto que habiendo dejado atrás –en inteligente maniobra posibilista– actitudes y procedimientos incompatibles con la modernidad. Algunas, que no la mayoría, y en su expresión formal. Prevalecen, para desgracia de los españoles, su desprecio por “los otros”, su desprecio a la historia común y, fundamentalmente, su concepción internacionalista cada vez más alejada de la idea de España como realidad histórica y con entidad propia.
Como bien desarrolla en este libro su autor, tiene, en el periodo considerado, esta formación política en su preciado historial la magnífica cifra de tres golpes de Estado contra los regímenes democráticos –con los matices que se quieran– que le dieron cabida, a pesar de todo. El primero en 1917 acorde a la revolución rusa y contra la democracia burguesa de la Restauración; el segundo en 1930 contra el mismo Régimen y después de haber colaborado con la Dictadura de Primo de Rivera, y el tercero y más terrible contra la democracia republicana de la que también formaba parte, y muy importante, en el malhadado año de 1934.
Todo ello no tendría importancia hoy más allá de la curiosidad histórica si no fuera por el hecho de que este partido político ha condicionado el periodo posterior a la dictadura del General Franco, desde la primera a la segunda –como gustan llamar algunos al último periodo socialista– Transición, forzando “democráticamente” la transformación de España en la línea de sus eternos, insolidarios y disgregadores postulados. Problemas actuales de la mayor envergadura como la asimilación política del terrorismo, el independentismo inevitable –como la tristeza– y la falta de cohesión nacional serían cosa muy diferente sin la intervención en los mismos de los socialistas españoles durante los últimos treinta y tantos años.
Pero es lo que hay, debiendo reconocerle a los socialistas el haber convencido al menos a la mitad de los españoles de que su visión y su modelo de España es el deseable. Lo cual es admisible y democráticamente correcto.
Lo que no es aceptable es que tal convicción esté basada en la ocultación de la historia y en la mentira. Y por eso es tan necesario que obras como ésta vean la luz y lleguen a los españoles de buena fe –la mayoría– que al depositar su voto en las urnas lo hacen con el desconocimiento supino de su propia historia.
Algunos de ustedes podrán pensar que estos esfuerzos por recuperar una memoria algo más centrada en la realidad son vanos. Yo no lo creo. Mientras sirvan para que una sola persona vea por escrito lo que su experiencia y su conciencia le han mostrado y alimentado a lo largo de su vida, reforzando así su propia visión de España, tan en desacuerdo con lo que hoy debe ser, merecen la pena. Esa persona –que quizá sean muchos más de lo que se imaginan– y aceptando la realidad que le toca vivir, podrá dormir tranquila sabiendo que no está loca y que sus convicciones resistirán incluso el desprecio de sus conciudadanos, sustituyendo el inducido complejo de inferioridad por el orgullo de saber que no se ha quedado solo.
Nuestro autor no se limita a poner un hecho o un testimonio detrás de otro. Con una prosa libre de oropeles y de una naturalidad asombrosa nos va describiendo y descubriendo el paso del tiempo y a nuestros nada remotos antepasados. Todos encontrarán sus propias historias enlazadas en una u otra página. Los más viejos a ellos mismos o a sus padres y abuelos. Los más jóvenes a su pasado, que habrán de tener en cuenta. Y si bien es cierto que la narración lo es desde la orilla del orden y la convivencia pacífica, también lo es que es motivo de reflexión para quien se acerque a ella desde la otra orilla; la de la ruptura y la revolución.
Poco más he de añadir. Un buen amigo mío, historiador inquieto de la España del siglo diecinueve, está convencido de que dentro de algún tiempo, quizá veinte o treinta años, España se tendrá que enfrentar de nuevo a su razón de ser, a su trágico destino. Ojalá se equivoque. Y en esa tesis, los socialistas españoles habrán tenido mucho que ver. Yo no quiero creerle porque estoy convencido de que el conocimiento lleva a la duda, y la duda es el mejor antídoto contra la intransigencia, nuestro mayor enemigo. Cuanto más conozcamos de nuestro pasado mejor preparados estaremos para comprender.
Vaya pues, mi enhorabuena por delante y optimista para don Enrique Domínguez Martínez-Campos por su aportación, tan necesaria, a una historiografía tan carente de imparcialidad como la que se ocupa del siglo XX español, así como por la defensa de los valores en los que cree y a los que ha dedicado su vida.
[1] Juan M. Martínez Valdueza. Ingeniero de Sistemas, escritor y editor. Autor, entre otros ensayos, de Las elecciones generales de 1936 en León y su provincia, Rafael Salazar Alonso: el hombre y su destino y Vida, muerte y resurrección del yate Vita. Editor de Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (5 vols.), de José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia, Conde de Toreno.
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