Descripción
En Decelia consta de dos partes, que corresponden a dos obras escritas en su juventud por Doña Sofía, Reina de España, y su hermana Irene.: Fragmentos cerámicos de Decelia y Miscelánea arqueológica., y están traducidas del griego por la profesora María Jesús Fernández Rodríguez.
Sus autoras en su día prologaron las obras como sigue.
Fragmentos cerámicos de Decelia
En el ensayo que tenemos en las manos, hemos expuesto las conclusiones a las que en común hemos llegado las autoras, de un estudio teórico de Arqueología y su aplicación en nuestro Patrimonio Arqueológico excavado de antaño. Pero también, y más especialmente, queremos ofrecer en él los resultados conseguidos de una investigación de campo arqueológica y topográfica, en el territorio de Decelia [1], lugar de nuestra residencia, y que nos ocupó dilatados meses. Y así mismo la publicación de los nuevos materiales clarificadores recogidos en esta nuestra investigación, de particular importancia para extraer sustanciales conclusiones históricas.
Desde hace algunos años y casi a diario, visitamos los yacimientos arqueológicos y los museos: la Acrópolis, el Ágora, el templo de Zeus Olímpico, el Cerámico, Colono, la Vía Sacra y la Sagrada Eleusis; el Pireo, el Tesmoforio, Maratón, Ramnunte, Braurón, Sunio; y además los templos de dentro y fuera de Atenas de la época bizantina: Dafne, los monasterios del Pentélico y del Himeto, pero particularmente el dulcísimo Templo de Cesarianí, constituyen todos ellos el tema preferente y querido de nuestra investigación. Este último, Cesarianí, se convirtió en el lugar santo de nuestra peregrinación donde, al menos cada semana, transidas de emoción religiosa, íbamos a depositar nuestras piadosas ofrendas, como genuinas cristianas ortodoxas que somos, en el Sagrado Altar a la Divinidad.
Pero también lejos del Ática, cuantas veces el tiempo lo permitía, ampliábamos el recorrido para estudiar los grandes centros desde los que irradió sin par la Cultura Helénica, sin dejar de lado, por ello, la humilde iglesita que, arruinada, resiste todavía desprovista de culto cristiano y olvidada del Arte.
El estudio dilatado en el tiempo y cuidadosamente programado de visitas sistemáticas a los enclaves arqueológicos del Helenismo antiguo y medieval, dio como resultado que volcáramos nuestro esfuerzo en la pura arqueología de campo, dentro de un espacio que reclamara un rastreo de sus orígenes.
Pues bien, nuestro celo selectivo nos llevó a focalizar el estudio e investigación justamente ahí, el lugar ideal: Decelia; Decelia y las regiones de su entorno, cuya remotísima historia tiene sus albores en el legendario origen de la realeza del Ática: en el mítico rey Cécrope. Se daba además la feliz circunstancia de encontrarse precisamente hoy en Decelia la residencia del actual monarca de Grecia: el rey Pablo. Todo ello despertó en nosotras un amor especial y encendió la llama de una acendrada pasión para emplearnos en su investigación y traer a la luz un vestigio, por minúsculo que fuera, de su milenario pasado, que añadiera, aunque mínimo, algún elemento nuevo y desconocido para la Ciencia.
La Diacria pues, quedó señalada en el mapa que, para nuestro particular trabajo indagatorio trazamos: la prehistórica Acrópolis de Afidnas –actualmente conocida como Cotroni– y la montaña Catsimidi, que representó con ella su trágico papel en la Guerra Peloponesíaca; Vafi y, por supuesto, Tatoi y Varipopi. Todos ellos constituyeron los lugares especiales de nuestro estudio e investigación, y fue allí donde se materializaron, en un suelo aún virgen por así decirlo, nuestros conocimientos teóricos y nuestro saber más general.
Con el paso de los días nuestro interés fue creciendo y, de común acuerdo, decidimos las tres con gran esperanza y conforme a este plan, entregarnos a una investigación sistemática de todos los sitios arqueológicos de nuestro lugar de residencia y ponernos a trabajar, con toda dedicación, en la resolución de los problemas que este demo plantea, tanto en cuanto a su localización como a su arqueología.
Y, en efecto, los resultados a que llegaron nuestras investigaciones y estudios fueron muy dignos. Día a día, al mismo tiempo que crecía la cantidad de aquellos diminutos fragmentos sin importancia aparente, fragmentos que íbamos reuniendo recogidos en los labrantíos y los bosques, iba también creciendo la firmeza de nuestra curiosidad y aún más, se acrecentaban nuestros interrogantes; y los interrogantes que se nos presentaban, nos empujaban al encuentro de su solución.
No escatimamos esfuerzos ni tiempo ya que, en este terreno, tratándose de sacar algo a la luz, cualquier fragmento cerámico por minúsculo que sea, al completar otro, puede ayudarnos a descifrar el sentido de una escena o a restituirnos una figura hasta llegar a contemplarla completa o más completa que la precedente.
El gozo espiritual y la capacitación con que una investigación original premia al investigador en recompensa por su trabajo desinteresado, por su actitud libre de imposiciones, por una actividad siempre creciente y por la pasión con que asume su obra, llenaba nuestras almas de indescriptible alegría por la fortuita posibilidad de encontrar el dato que fundara nuestro trabajo de concienzuda investigación.
Fue nuestro aporte básico a la arqueología, aparte de la confirmación de algunas tesis topológicas, la inmensa recopilación de fragmentos cerámicos pertenecientes a vasos de diferentes épocas –desde la micénica hasta la romana y bizantina incluso– que se hallaban diseminados por la superficie del suelo, en los puntos aquellos que el arado había removido el terreno para volverlo agrícola.
Y en un taller que a tal efecto improvisamos en Palacio para depositar esa abundancia de fragmentos, limpiarlos después y clasificarlos por épocas, con nuestras propias manos, encolamos bastantes de ellos hasta llegar a reconstruir algunos vasos totalmente y otros de manera parcial. Y acordamos dar a la estampa los resultados de nuestros estudios e investigaciones en un trabajo completo sobre ellos; trabajo que, por la propia naturaleza de los objetos descubiertos y estudiados, es obligado intitular Fragmentos Cerámicos de Decelia.
Confiamos, pues, en que esta pequeña monografía en la que ofrecemos el material que nosotras tres, de consuno, recogimos y estudiamos, y las cuestiones topográficas y restantes problemas que tiene planteados la ubicación exacta de Decelia –que nosotras hemos acotado basándonos en los nuevos datos aportados por el detallado rastreo arqueológico sobre el terreno de la propia Decelia y de los lugares de su entorno– pueda resultar, en la actualidad, un punto de partida, una primicia de positivo significado, aunque pequeño, para la Arqueología. O dicho con más exactitud: que sea esta la piadosa ofrenda de un estudio que contribuya a la investigación, tan deseable, de los demos antiguos del Ática; investigación que hasta el presente no se ha hecho sistemáticamente, con plan estricto de estudio, dirigida por expertos y sometida al parecer de doctos hermeneutas. Y ello para que, de este modo, las conquistas de la Ciencia no queden, como ocurre habitualmente hasta ahora, a merced sólo de la diosa Fortuna.
En Decelia, a 18 de abril de 1959
[1] Th. A. ARVANITOPOULOU: Decelia, Atenas 1958. Anejo a la revista arqueológica Polémon. Las referencias que en adelante se hagan a este trabajo, irán con una simple indicación de título y número de página.
Miscelánea arqueológica
Paralelamente y al tiempo que investigamos la Decelia antigua y los lugares de su entorno, cuyos resultados, expuestos en la monografía Fragmentos Cerámicos de Decelia, circulan desde el año pasado –y apuntamos aquí que esta investigación no la hemos abandonado, porque en lo que toca a la topografía, los frutos van siendo muy interesantes y serán comunicados cuando, a nuestro entender, queden aclarados–, nos hemos entregado también a nuevas indagaciones para la verificación de otros yacimientos arqueológicos de los que rebosa Grecia entera pero, sobre todo y particularmente, el Ática y Atenas, la Grecia de Grecia.
De esos descubrimientos publicamos lo más importante en el presente cuaderno que, debido a la gran mezcolanza de hallazgos que en sus capítulos se recogen, lo hemos intitulado Miscelánea Arqueológica.
Estos materiales que recogimos son fragmentos de barro cocido y ruinas de toda índole que, al quedar al descubierto por azar, vinimos a su examen y clasificación; pero también rescatamos inscripciones desconocidas y que ahora por primera vez se divulgan, como asimismo algunas otras que, conocidas por publicaciones más antiguas, las hemos encontrado o las hemos vuelto a ver en nuestros recorridos arqueológicos por Atenas o por el resto del Ática.
De este modo, creemos ofrecer una pequeña, por supuesto, pero nueva aportación a la investigación arqueológica de nuestra Patria; y por eso nos disponemos ya a depositar en manos de la estampa el material arqueológico que, hasta el presente, hemos acumulado con la esperanza de continuar también en el futuro, con la difusión de descubrimientos arqueológicos heterogéneos en parecidos cuadernos, una nueva revisión de las cuestiones topográficas y la solución de temas análogos.
Palacio de Decelia, a 17 de septiembre 1960
INDICE
Nota de la traductora | 9 |
FRAGMENTOS CERÁMICOS DE DECELIA
Prólogo | 19 | |
I | Descubrimiento del Museo Jorge I | 23 |
II | Cotroni. La acrópolis de la Antigua Afidnas | 39 |
III | Catsimidi. Fortificación de la época de la Guerra Decélica | 43 |
IV | El antiguo demo de Decelia | 47 |
V | La Torre y los siros de su alrededor | 51 |
VI | Tras las huellas del camino de Decelia | 55 |
VII | Fragmentos de cerámica de Decelia | 67 |
VIII | Baños de la época romana | 143 |
MISCELÁNEA ARQUEOLÓGICA
Prólogo | 155 | |
I | Descubrimientos de la calle Eolo de Atenas | 157 |
II | Dos importantísimas inscripciones: Horoi Ennaias | 185 |
III | Estela funeraria y otros descubrimientos en Menidi | 201 |
IV | Ruinas del demo de Halimunte | 219 |
V | Gran ánfora de pico | 225 |
Epílogo | 235 |
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