Descripción
LA PEQUEÑA HISTORIA DE ESPAÑA (1930 – 1936)
Alejandro Lerroux
Í N D I C E G E N E R A L
PRÓLOGO (2009), por Juan Manuel Martínez Valdueza, 19
PRÓLOGO (1937), por Alejandro Lerroux García, 25
Libro I. Pequeños antecedentes
CAPÍTULO 1. RESTAURACIÓN Y DICTADURA, 33
Obra de la Restauración, 33 – Persecuciones, 34 – Apoliticismo, 35 – La masa neutra, 35 – La clase obrera, 35 – Decadencia, 36 – Cansancio del país, 36 – La Dictadura, 37 – Derrumbamiento, 38.
CAPÍTULO 2. LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA, 39
Estado de la democracia española, 39 – Penuria de “hombres”, 39 – La clase media, 40 – Los valores humanos de los revolucionarios del siglo XIX, 40 – Se inicia el servilismo ante las masas obreras, 40 – Procedimientos poco leales, 41 – El 12 de abril de 1931, 41 – Sorpresa y atonía, 42 – El pueblo libre, 42.
CAPÍTULO 3. EL PARTIDO RADICAL, 43
El Partido Radical, 43 – Vicisitudes, 43 – Del imperialismo al “espléndido aislamiento”, 44 – Sin ideal nacional, 45 – Me visita Canalejas, 45 – Mi posición en el problema de Marruecos, 46 – Mi posición ante la guerra europea, 49 – Mi actitud en la hora de la paz, 52 – Conclusiones, 53.
CAPÍTULO 4. LOS RECIÉN LLEGADOS, 55
Los recién llegados, 55 – Intelectuales y pseudo-intelectuales, 55 – Incomprensión del problema, 56 – Sobre la guerra europea, 57 – Lo que fue y sus consecuencias, 57 – Nuestro caso, 57 – Una República exótica, 59 – La demagogia descontenta, 59 – La revolución que ella quería, 60 – Cómo la intentó, 60 – Flaqueza de los gobernantes, 61 – La fatal influencia del socialismo político, 62 – Paradojas, 63.
Libro II. Pequeñas comedias
CAPÍTULO 5. CÓMO SE HACE LA HISTORIA, 67
Cómo se hace la historia, 67 – Razón de algunos títulos, 68 – Presentación de Alcalá Zamora, 68 – Su rápida ascensión, 69 – Los grandes oradores, 69 – Los que yo admiraba, 69 – Los que podíamos llamarnos de tú, 70 – Primera ofensiva contra mí de don Niceto, 70 – Mi candidatura en la provincia de Córdoba, 72 – Debate sobre política electoral, 72 – Réplica viva, 73 – Testimonio de Maura, 73 – Heridas del amor propio, 73.
CAPÍTULO 6. MARCHA ASCENDENTE DE DON NICETO, 75
Marcha ascendente de don Niceto, 75 – Una cosa es la fama y otra la autoridad, 75 – Pocos amigos y grandes ambiciones, 76 – El golpe de estado de Alfonso XIII, 76 – Honesta posición de don Niceto, 76 – En la corriente del río revuelto, 76 – Me dedico a la conquista de don Niceto, 77 – Primera entrevista, 77 – Frente a la Dictadura, 77 – Segunda conferencia, 78 – Frente a la Monarquía, pero aún no con la República, 78 – Una maniobra de eliminación, 78.
CAPÍTULO 7. LA ALIANZA REPUBLICANA, 79
La Escuela Nueva, 79 – Origen de la Alianza Republicana, 79 – Manifiesto, 80 – Disidencia de Domingo, 80 – Deslealtades, 80 – Presentación de Azaña, 81 – A conspirar en el Ateneo, 82 – Iniciativa de una reunión en San Sebastián, 82 – La comedia preparada, 83 – El Pacto famoso, 84 – Mentiras y verdades sobre el Pacto, 85.
CAPÍTULO 8. JUNTAS QUE NACEN POR GENERACIÓN ESPONTÁNEA, 87
Juntas que nacen por generación espontánea, 87 – Gobierno Provisional de la futura República, 87 – Soy llamado con urgencia a Madrid, 87 – Tres viajes para ofrecerme la cartera del Ministerio de Estado, 88 – Declaraciones sinceras, 89 – Quedo embotellado, 89 – El tesoro revolucionario, 89 – Gestiones para nutrirlo, 90 – A la caza de gangas, 91 – Mis combinaciones financieras, 91 – Propuesta extraordinaria, 92 – El caso March y Ordinas, 93.
CAPÍTULO 9. PEQUEÑAS CAUSAS Y GRANDES EFECTOS, 97
Pequeñas causas y grandes efectos, 97 – Gobierno Provisional en crisis que pudo ser definitiva, 97 – Cómo fue Prieto a la cartera de Hacienda, 98 – Cómo Albornoz a la de Obras Públicas, 98 – Incidente pintoresco, 99 – Boceto a pluma de Álvaro de Albornoz, 100 – Se crea el Ministerio de Comunicaciones, 101 – Cómo fue a él Martínez Barrio, 101 – Hace falta un Manifiesto revolucionario, 102 – Don Niceto no sirvió para Tirteo, 102 – Y le mortificó que Indalecio se lo demostrase, 102.
CAPÍTULO 10. EN ESPERA DEL MOMENTO, 105
En espera del momento…, 105 – Misteriosa visita de don Niceto, 105 – La fecha del movimiento, 105 – El plan, 105 – Don Niceto, a Bilbao, 106 – Yo al Limbo, 106 – Instrucciones famosas, 107 – Un coronel, un cura y una viuda, 107 – Don Niceto a la cárcel, 108 – Otros sí y otros no, 109 – Delegación de poderes, 109 – Cartas interesantes, 109 – Yo al frente de… una clínica, 111 – Material revolucionario, 111 – Mis gestiones, 111 – Con Besteiro, 112 – Con Sanjurjo, 112 – Devuelvo los poderes, 113 – Prieto tenía razón, 113.
Libro III. Pequeños dramas
CAPÍTULO 11. LA TRAGEDIA DE JACA, 117
La tragedia de Jaca, 117 – Consideraciones, 117 – Presentación de Fermín Galán, 118 – Mis relaciones con él, 119 – La Sanjuanada, 119 – Proyectos del Capitán, 119 – Intervengo para disuadirle, 120 – Famosa visita a Alcalá Zamora, 120 – Acusación infamante, 120 – Maniobra abortiva, 121 – Intervengo de nuevo para contener a Galán, 121 – La sublevación, 121 – La conducta de Galán, 122 – La de don Niceto, 122.
CAPÍTULO 12. CÓMO SE INICIÓ EL GOBIERNO PROVISIONAL, 123
Cómo se inició el Gobierno Provisional, 123 – Religiosas que me piden protección, 125 – Yo, sin enterarme, 130 –Camino de Ginebra, 130 – Incendio de iglesias y conventos en España, 130 – Don Niceto, en la higuera, 130 – Maura, en la copa del árbol, 131 – Intervención del Ministro de Estado en la Sociedad de las Naciones, 131 – Regreso a Madrid, 132 – Ni oste ni moste, 133 – Indiferencia para la política, 133.
CAPÍTULO 13. ELECCIONES A CORTES CONSTITUYENTES, 135
De regreso de Ginebra, 135 – Banquete en el Casino de Madrid, 135 – Mi discurso define una política, 136 – La difícil facilidad de hacerse cargo, 136 – Mi debut parlamentario, 136 – La figura de Silvela, 136 – Un recuerdo a Cánovas del Castillo, 137 – Lo que pudo hacer y no hizo Alcalá Zamora, 138 – Miedo al Poder y a las responsabilidades del Poder, 139 – Prematura convocatoria de Cortes, 140 – Resultado de las elecciones, 141 – Contrastes mortificantes, 141.
CAPÍTULO 14. AZAÑA, PRESIDENTE DEL CONSEJO, 143
Prieto en funciones, 143 – El Hipódromo, 143 – El Pardo, 143 – Almuerzo en la Zarzuela, 144 – El mejor orador para Indalecio, 144 – Carambola, 144 – Azaña en acción, 145 – Reformas militares, 145 – Militarismo y antimilitarismo, 146 – Mi posición, 146 – Cómo se valoriza Azaña, 147 – En pugna con Alcalá Zamora, 148 – Alevosía del primero, 148 – Dimisión del segundo, 148 – Conflicto entre dos soluciones, 148 – Azaña, Presidente del Consejo, 150.
CAPÍTULO 15. LAS BRUJAS DE MACBETH, 151
Detalles y pormenores, 151 – Razones y sinrazones de don Niceto, 151 – Las brujas de Macbeth, 152 – Don Niceto se enfada y renuncia, 152 – Sus amigos predilectos, 152 – Se me explora para llevarme a la Presidencia de la República, 152 – No acepto, 153 – Alegato de mis razones, 153 – Lo que necesitaba el país, 154 – La obra maestra del crimen, 155 – Galarza vuelve a escena, 155 – Mi segundo viaje a Ginebra, 156 – Conferencia telefónica, 156 – Se prepara una intriga, 156 – Galarza en París, 156 – Sus confidencias, 157 – Misión que le había confiado el Gobierno, 157 – Análisis de la gran intriga, 158.
CAPÍTULO 16. LA FELONÍA DE AZAÑA, 161
Se discute la Constitución, 161 – Elección de Presidente de la República, 161 – Republicanos y socialistas no deben seguir gobernando juntos, 162 – Se produce la crisis protocolaria y planteo la cuestión, 164 – Mi solución, 164 – Alianza Republicana se reúne y opina como yo, 164 – Azaña, encargado de formar Gobierno, intenta disuadirme, 165 – Transacción desatendida, 165 – Nuevo Gobierno sin radicales, 166 – Silueta del “gran hombre”, 166 – Oposición “ministerial”, 167 – Presidente de la Asociación de la Prensa y Círculo de Bellas Artes, 169 – Rebelión latente en toda España, 170 – Conferencias con Sanjurjo, 170 – Leales advertencias al Gobierno, 172 – Azaña me propone una felonía, 173 – Trampa preparada y trampa burlada, 173.
CAPÍTULO 17. EL 10 DE AGOSTO Y CASAS VIEJAS, 175
La sublevación de Sanjurjo, 175 – El hecho y la persona, 175 – Desenlace de la intriga que se inició en Madrid y fracasó en París, 176 – Insinuaciones de Azaña: el sobre blanco, 176 – Por qué callaba Lerroux, 177 – Cómo se rompe ese silencio, 178 – Campaña de oposición, 179 – La obstrucción, 179 – Casas Viejas, 180 – Azaña, Casares y Menéndez, 180 – Imputaciones terribles, 180 – Discurso de Martínez Barrio: sangre, fango y lágrimas, 181 – Mi opinión y mi actitud, 182 – Consecuencias: tercera crisis ministerial de la República, 183.
CAPÍTULO 18. LOS SOCIALISTAS, 185
Razón de una política, 185 – Necesidad de separar del Gobierno a los socialistas, 186 – Oportunidad de plantear el problema, 186 – Opiniones valiosas: Besteiro, Ventosa Calvell, Bergamín, Sánchez Román, Miguel Maura, Romanones (Conde de), 187 – La crisis y la disolución de Cortes, 190 – Opiniones de Alba y de los ya citados, 190 – Los radicales en batería, 190.
CAPÍTULO 19. EL LEÓN Y LA SERPIENTE, 193
Soy llamado a consulta, 193 – Lo que procedía, 193 – El hombre providencial, 193 – Sus tendencias y lejanas aspiraciones, 194 – Su modo de proceder, 194 – Se me ofrece el poder y se me pide un sacrificio, 195 – Cómo se razonaba, 195 – Ofrecimiento tácito y maquiavélico, 195 – Me encargo de formar Gobierno, 196 – Coalición republicana parlamentaria, 196 – Organizo el Ministerio, 196 – Azaña y yo, 197 – Me hace y atiendo dos recomendaciones, 197 – Situación del problema al resolverse la crisis, 198 – Presentación a las Cortes, 200 – Posición de los partidos, 200 – La conjura y la traición, 200 – El león y la serpiente, 201 – Crisis total, 202.
CAPÍTULO 20. INTRIGA EN MI ALCOBA, 203
Veintisiete días de gobierno, 203 – Momento crítico, 203 – Actitud de Martínez Barrio, 203 – La de Besteiro, 203 – Proceso de la crisis, 204 – Consideraciones, 204 – Visita inesperada a media noche, 206 – Azaña, Domingo, Martínez Barrio y yo en mi alcoba, 207 – Don Niceto había ofrecido el poder a Diego, 207 – Le autorizo para que lo acepte, 208 – Un paso hacia el fondo de la cuestión, 209 – El culpable primero, 209 – Masones o marxistas, predilectos del cristianismo, 210 – Presidente de la República, 210 – Fariseísmo, 211 – Contrastes y antinomias, 211 – Labor de don Niceto, 212 – El porqué de esta intriga, 213.
Libro IV. Pequeñas tragedias
CAPÍTULO 21. LAS ELECCIONES DE 1933, 217
Justificación de titulares, 217 – Gobierno Martínez Barrio, 218 – El Ministro de la Gobernación, 218 – Cómo se fue a las elecciones, 219 – El deber ante ellas, 220 – El que ha sido cocinero antes que fraile, 220 – Egoísmo y vanidad, 220 – Cálculos fallidos: el de Martínez Barrio; el de Rico Avello; el de Romanones, 221 – Terrible profecía de Bergamín, 225 – Resultado electoral, 227 – Tres momentos críticos, 227 – Composición de las nuevas Cortes, 228 – La presidencia del Congreso, 229 – Por qué y cómo fue designado Alba, 230 – Por qué no lo fue Martínez Barrio, 230.
CAPÍTULO 22. OSCURAS MANIOBRAS, 231
Dimisión de Martínez Barrio, 231 – Política de su Gobierno, 231 – En Marruecos, 232 – En materia electoral, 232 – Derrota del Gobierno y de la República, 233 – Los culpables, 234 – Frente a Su Excelencia, 235 – Manos limpias… de actas, 235 – Lo que no hizo don Niceto, 236 – Me encargo del poder, 237 – Primer disentimiento de Martínez Barrio, 239 – Impuse mi autoridad, 240 – Maniobras oscuras, 241 – Un retrato y una dedicatoria, 241 – Un banquete y un discurso, 241 – Política de atracción, 242 – Crisis parcial, 242 – Solución: tres ministros de la CEDA, 243.
CAPÍTULO 23. MARTÍNEZ BARRIO, ADIÓS, 245
La ausencia de Pablo Iglesias, 245 – Cómo se inicia en España el comunismo ruso, 247 – Estado propicio del país, 247 – Resentimiento y envidia entre las clases sociales, 248 – Prieto, agente de enlace, 249 – Empieza la desmoralización criminal, 249 – Impunidad y sus causas, 250 – La política que se necesitaba, 251 – Otra vez la intervención de don Niceto, 251 – Mi plan, 252 – Aparece la disidencia, 253 – Declaraciones de Diego en Blanco y Negro, 254 – Leal y subordinado, adicto y ministerial, 254 – Estalla la disidencia, 256 – Levanta bandera, 256 – Anuncia la inevitable revolución y se va, 257 – Y termina al servicio de los enemigos de la Patria, 258.
CAPÍTULO 24. CAMINANDO A TIENTAS, 259
El autor camina a tientas, 259 – Perfiles de don Niceto, 260 – Compromisos de la propaganda electoral, 261 – La amnistía, 261 – Los haberes del Clero, 262 – Se inicia el bloque ministerial, 262 – Actitud de Su Excelencia, 262 – Su oposición, 262 – Sus recelos, 263 – Se conspira por la revolución social, 263 – El Gobierno frente a la revolución, 264 – Alcalá Zamora y Salazar Alonso, 264 – En defensa del Estado, 265 – Los socialistas obstruyen y amenazan con el retraimiento, 266 – Apruébase la amnistía, 267 – El Presidente se resiste a promulgarla, 267 – Gestiones para una solución, 268 – Consejo de Ministros memorable, 268 – Incidente grave, 269 – Crisis, 270.
CAPÍTULO 25. LAS CRISIS MINISTERIALES, 273
Crisis ministeriales de la República, 273 – Rumbos que pudo tomar ésta y no tomó, 274 – Táctica de don Niceto, 275 – Exaltación de Ricardo Samper, 276 – Gestiones de Samper, 276 – Por qué le autoricé para formar Gobierno, 277 – Examen de hipótesis, 277 – La venia y la condición, 278 – La mayoría me ofrece un voto de confianza, 279 – Conversación histórica entre Casanueva y yo, 279 – Renuncio a un honor y expongo los motivos, 280 – Votación definitiva de la Ley de Amnistía, 280 – El orden público y la opinión de Romanones, 280 – Reflexiones sobre la inelegancia de la República, 281 – Don Niceto y el Presupuesto, 282 – Don Niceto y el orden público, 283 – Vivir de apariencias, 284 – Protección inconsciente a la revolución, 284 – Salazar Alonso intenta dimitir, 284 – Declaraciones suyas más sensacionales ahora que entonces, 285 – La voz de ultratumba, 285.
CAPÍTULO 26. LA OBSESIÓN DOLOROSA, 289
La obsesión dolorosa, 289 – Transformación inexplicable, 289 – Reflexiones, 290 – Lo que yo debí hacer con Martínez Barrio, 290 – Interrogaciones y disyuntivas, 291 – Con sus propios argumentos, 292 – Pretextos que no pudieron serlo, 293 – La disidencia ante la Junta Nacional del Partido Radical, 293 – Lo que pudo y debió hacer don Niceto, 294 – Estampas trágicas: Martínez Barrio, Rebollo, García Berlanga, los Alfaro, 302.
CAPÍTULO 27. ESPAÑA EN SEPTIEMBRE DE 1934, 307
La situación en España en septiembre de 1934, 307 – El presupuesto, 307 – El orden público, 307 – La cuestión social, 308 – La cuestión política, 308 – Las fuerzas parlamentarias, 308 – El Presidente Samper, 308 – Actitud de don Niceto para con los socialistas, 309 – …para con la CEDA, 309 – El medio ambiente de don Niceto, 310 – Predilectos suyos que colaboran en el campo rojo, 310 – El enemigo en casa, 310 – Maniobras militares, 311 – Alijo de armas en Asturias, 311 – Se frustra el traslado a Madrid de las cenizas de Galán y García Hernández, 311 – La Generalidad de Cataluña, 311 – Luis Companys, 312 – Su pequeña tragedia, 312 – Otra crisis: sale Samper y entra Lerroux, 314 – Amenaza socialista si gobierna la CEDA, 315 – Ministros de la CEDA en el Gobierno, 315 – Sacrificio ministerial de Salazar Alonso, 315 – Inverosímil confabulación de socialistas, separatistas y republicanos de aluvión, 316 – Solidaridad del crimen, 316 – El nuevo gobierno toma posesión, 317 – Los socialistas cumplen la amenaza y se insurreccionan, 317 – Suspensión de garantías, 317 – En Gobernación, 318 – Conferencias con el general Batet por teletipo, 318 – Batalla en la Puerta del Sol, 318 – Noticias del movimiento en Asturias, 319 – Hablo por la radio a España entera, 319 – Emoción y eficacia, 319 – Felicitación de don Niceto, 320 – Por fin me da dos motivos de gratitud, 320 – El segundo se frustró a la puerta de la Academia de la Lengua, 320.
CAPÍTULO 28. EL SEPARATISMO EN CATALUÑA, 321
El separatismo en Cataluña, 321 – El catalán, 321 – El heroísmo de la Generalidad, 322 – La felonía de un soldado español, 322 – El ambiente en Madrid, 323 – Ofrecimientos patrióticos al Gobierno, 323 – Visita de José Antonio Primo de Rivera, 323 – Mi relación con tres generaciones de su apellido, 323 – Con el Marqués de Estella, 324 – Con el Dictador, 324 – Con José Antonio, 325 – Oración sobre su tumba, 326 – Hostil indiferencia de don Niceto, 327 – Los ángeles de la piedad, 328 – Arenga de José Antonio en la Puerta del Sol, 328 – La Falange me hace guardia de honor, 328 – El retintín de Su Excelencia y las causas que lo producen, 329 – Rendición de Pérez Farrás, 330 – Desaparece Prieto, 330 – Azaña, en Barcelona, 330 – El coffre-fort de Azaña en Madrid, 330 – Lo que yo pienso de aquella actuación de Azaña, 331 – Independencia de los Tribunales, 332.
CAPÍTULO 29. JUSTIFICACIÓN DEL ALZAMIENTO NACIONAL, 333
Justificación del Alzamiento Nacional, 333 – Mientras Salicio tañía la zampoña, 333 – Con la mano en la garganta del enemigo, 334 – Rebelión del 34 y rebelión del 36, 334 – Sin la presencia de don Niceto en su alto cargo, ni la del 32, ni la del 34, ni la del 36, 335 – La política del Presidente, 335 – Verdadera causa de la disolución de las Constituyentes, 336 – Contra el Partido Radical y sus hombres, 336 – Los plagios de Azaña, 337 – Lo procesal de la justicia castrense, 337 – El proceso de Pérez Farrás, 337 – La sentencia, 338 – Mi actitud y mi opinión frente a la pena de muerte, 338 – Don Niceto toma posesiones, 339 – El derecho de indulto en la Constitución, 340 – Procedimiento de ejecución de sentencia, 340 – El asunto a Consejo, 340 – Entrevista dolorosa, 343 – Don Niceto y yo, frente a frente, 344 – La batalla en el Consejo, 345 – Excepción dilatoria, 345.
CAPÍTULO 30. CAPÍTULO DE MISCELÁNEA, 347
Capítulo de miscelánea, 347 – Menudencias de mucho bulto, 347 – El problema del desarme de la población civil, 347 – Propósito de monopolizar la fabricación de armas y municiones, 348 – Los intereses creados coinciden con el de los socialistas, 348 – Don Niceto al quite, 348 – El enemigo en casa, 349 – El cacao de Fernando Poo, 350 – Las sospechas de don Niceto, 351 – Los intereses creados y los servidores de Su Excelencia, 352 –Y el enemigo también en casa, 352 – Mi paso por el Ministerio de la Guerra, 353 – Por qué y para qué, 353 – La amnistía y sus consecuencias, 354 – Don Niceto en guardia y yo de centinela, 354 – Millán Astray, 354 – Don Niceto parpadea y suspira, pero firma, 355 – Franco, 355 – Fanjul, 355 – Campaña difamatoria del socialismo internacional, 356 – Acuerdo para contrarrestarla, 357 – Los crímenes de la rebelión en Asturias, 357 – Un libro que se reduce a folleto para no molestar demasiado a los socialistas, 359 – Don Niceto otra vez al quite, 359.
CAPÍTULO 31. LA REBELIÓN DEL 34, 361
La rebelión del 34, 361 – Demócratas contra la democracia, 361 – Pretextos, móviles y propósitos, 362 – Las Notas sobre la crisis, 362 – Actitud de don Niceto, 362 – Motivos en que pudo fundarla, 363 – A vueltas con la condena de Pérez Farrás, 363 – Informe del Tribunal Supremo, 364 – Prestigio y autoridad del Gobierno, 364 – El sentimiento patriótico ante el separatismo catalán, 364 – Y ante el bandolerismo de los rebeldes asturianos, 365 – Reacción popular y nacional, 366 – La suscripción para el Ejército, 366 – Un crédito para reconstruir Oviedo, 366 – La Banca y la Bolsa, 366 – Ansias de paz y orden, 367 – El único Gobierno posible, 367 – Opinión de un periodista ilustre, 367 – Volvamos a Cataluña, 368 – Presentación de Portela Valladares, 369 – Cómo y por qué le saqué del panteón, 369 – El muerto resucitado empieza a paso de lobo, 370 – El expediente de Pérez Farrás a Consejo y se acuerda la ejecución de la sentencia, 370 – Nueva intervención de don Niceto en Consejo bajo su presidencia, 371 – Se acuerda el indulto, 371 – Confesión de culpa, 372.
CAPÍTULO 32. RODANDO, RODANDO…, 373
Rodando, rodando…, 373 – En el Alto del León, 373 – En San Rafael, 374 – Una tarde conocí a mister Henri Torres, 375 – El caso del sargento Vázquez, 375 – Sentencia, 375 – Actitud de don Niceto, 376 – Ejecución, 376 – Comparación de conductas, 377 – Condenas procedentes de Asturias, 377 – Criterios diferentes, 377 – Discurriendo sobre hipótesis, 378 – Interviene una mujer, 380 – Mi resolución, 380 – Campañas piadosas, 380 – A Consejo de Ministros, 381 – La caridad se suplica, 381 – Se acuerda el indulto, 382 – Asumo la responsabilidad, 382 – Críticas injustas, 382 – Los ministros de la CEDA dimiten, 382 – Crisis total, 383.
CAPÍTULO 33. QUIÉN FUE EL DIABLO, 385
Don Niceto contento, 385 – Sus trabajos de zapa en la CEDA, 385 – La reforma constitucional y otras reformas, 386 – Formación de nuestro Gobierno, 386 – Técnicos y especialistas, 387 – Nuestra posición en Marruecos, 387 – Algunos antecedentes, 387 – Mi actitud siempre ante el problema, 388 – Ocupación de Ifni, 388 – El hecho pasa desapercibido, 389 – Don Niceto no me dijo oste ni moste, 389 – Indalecio Prieto a salto de mata, 390 – Tiene mucha suerte Indalecio Prieto, 390 – Y buenos protectores, 390 – Y malos amigos, 391 – Y un día amanece más allá de la frontera, 391 – Sorpresas de la correspondencia, 392 – Primera noticia del Straperlo, 392 – Denuncia de Strauss, 392 – Chantaje económico, 392 – Documento bomba… vacía, 394 – Pero el diablo las carga, 394.
CAPÍTULO 34. SU EXCELENCIA CONTRA LA CEDA, 395
Interpretaciones, 395 – Su Excelencia contra la CEDA, 395 – Desmenuzando una crisis, 396 – Me encargo de formar Gobierno, 396 – Participación de la CEDA, 397 – Gil Robles, Portela y Chapaprieta, 398 – Razón de estas colaboraciones, 398 – Brochazos y pinceladas, 399 – En Salamanca: homenaje a Gil Robles, 399 – Mi participación personal, 399 – Relaciones de don Niceto y Gil Robles, 400 – Banquetes y discursos, 401 – Portela serpenteando, 402 – Las minas del Riff, 402 – Buenas y malas acciones, 403 – Los escrúpulos de don Niceto, pero firma, 403 – Miscelánea: un hijo de don Niceto; otra vez Strauss; un té en La Granja, 405 – Cómo se prepara una Pequeña Tragedia, 409.
CAPÍTULO 35. PROCESO DE INSIDIAS CONTRA EL PARTIDO RADICAL, 411
Noticias preliminares, 411 – Proceso de insidias contra el Partido Radical, 412 – El Gobierno de Guinea, 413 – Ambiciones claras y maniobras oscuras, 414 – Cómo las frustré, 414 – Los hermanos Sánchez Guerra, 415 – Se prepara la venganza, 416 – Se conspira en los Países Bajos, 416 – Alrededor del Straperlo, 416 – Antecedentes del asunto, 416 – Tentativas de chantaje, 417 – Cómo va a convertirse en instrumento político, 418 – Llega la denuncia a la Presidencia de la República, 418 – Consideraciones sobre la vida privada de los hombres públicos, 419 – Reflexiones sobre la mía, 420 – Algunas intimidades que hacen al caso, 420 – Su Excelencia me habla por primera vez del Straperlo, 421 – Respuesta desenfadada, 422 – Lo que contenía la denuncia, 423 – Meditaciones sobre el caso, 424 – Lo que yo hubiera hecho en el puesto de Su Excelencia, 424 – O en el lugar de don Niceto, 426 – El Presidente de la República vuelve a la carga, 427 – Mi contestación altiva, 428 – Las espadas en alto, 428.
CAPÍTULO 36. NUEVA CRISIS DE GOBIERNO, 429
Algunas explicaciones, 429 – Distancias que yo no franqueo, 429 – Una crisis más, 430 – Sus causas ocasionales, 430 – Traspaso de servicios a Cataluña, 431 – Empachos de legalidad, 432 – Solución provisional, 433 – Don Niceto y Royo Villanova, 433 – Dos dimisiones, 434 – Planteo la crisis, 434 – Tramitación, 435 – Solución, 435 – Chapaprieta Presidente y yo Ministro de Estado, 437 – Nuevo Director de Seguridad, 437 – Cómo y por qué no tomó posesión Báguenas, 438 – El bloque parlamentario me ofrece un banquete, 439 – Dudo, consulto y acepto, 439 – Se celebra, 440 – Discursos, 441 – Un saludo a Su Excelencia, que se encona, 441 – Gratitud de don Niceto, 442 – Enigma, 442.
CAPÍTULO 37. PORTELA, LEVÁNTATE Y ANDA, 443
Consecuencias del banquete, 443 – Famoso Consejo de Ministros en Palacio, 443 – Don Niceto se suelta el pelo, 444 – Injurias bien vertidas a granel, 445 – Defunción ministerial de Chapaprieta, 446 – Portela, levántate y anda, 446 – Partidos condenados a muerte, 447 – Anuncio de otros nuevos, 447 – Don Niceto beligerante, 447 – Con el Straperlo en la mano, 447 – Maniobras delincuentes, 448 – Un breve resumen, 449 – Prisas de Su Excelencia, 450 – Mi posición, 450 – Consejo en el Congreso, 452 – Nota sensacional, 453 – Tramitación parlamentaria, 453 – Estalla el escándalo, 453 – Oración de don Niceto sobre el cadáver de su “enemigo”, 454 – Sesión histórica, 454 – Bolas blancas y negras, 455 – Calvo Sotelo y Romanones, 455.
CAPÍTULO 38. NUEVAS INTRIGAS, 457
Penumbra y atonía, 457 – La nueva intriga, 457 – Quién era Tayá, 458 – Sus negocios en Guinea, 458 – Su reclamación al Estado, 459 – Lo que se decía y lo que se sabía, 459 – Marial me recomienda el asunto, 460 – Se presenta Tayá, 460 – Marruecos y Colonias, 461 – Se anudan cabos sueltos, 461 – Luz en las tinieblas, 462 – Lo que había en el asunto, 463 – Pleito y solución, 463 – Lo llevo a Consejo de Ministros, 464 – Se nombra una ponencia, 464 – Su dictamen favorable, 464 – Se aprueba en otro Consejo, 465 – Versión equivocada, 466 – Entra en funciones la intriga, 466 – Interviene don Niceto contra Tayá, 466 – Y se acuerda estudiar nuevamente el asunto, 467 – Ponencia de Gil Robles, 467 – Dictamen, 467 – Un poco de análisis y una composición de lugar, 468 – Se presenta al Congreso la denuncia “Nombela”, 468 – El buzón de las infamias, 469 – Comisión parlamentaria, 470 – Debate, 471 – Inversión de papeles, 471 – Lucía y su error, 472 – Mi actitud y sus motivos, 473 – Solución: iniquidad e injusticia, 474.
CAPÍTULO 39. DIOS HA PELEADO POR MÍ, 475
…capítulo del cual casi puede prescindir el lector, pero no yo, 475 – Dios ha peleado por mí, 476 – Mi posición en aquel momento, 476 – La de los dos Presidentes, 476 – Los delincuentes, absueltos, 476 – Breve resumen de motivos, 477 – Degradación del ambiente y de las costumbres, 479 – La canallocracia, 479 – Mi gran pecado, 479 – Revista de presente de mis enemigos, 480 – Actitud de don Niceto en su presencia, 481 – El pobre Pepe…, 482 – El pobre Miguel, 482 – El desdén olímpico de Su Excelencia, 482 – Cómo, cuándo y contra quién lo pierde, 483 – Paradojas de don Niceto, 484 – Gobierno de hombres indignos, 485 – ¡Solo!, 486 – Ante su tumba…, 487.
CAPÍTULO 40. DON NICETO, CULPABLE, 489
En el que se pretende demostrar la culpa de don Niceto en las causas inmediatas del desastre nacional, 489 – Consejos borrascosos, 489 – Crisis de Chapaprieta, 490 – Conflicto espiritual de don Niceto, 490 – Su análisis, 490 – El político y el estadista, 492 – El predominio de las pasiones, 493 – Proceso de la crisis, 494 – Síntomas inequívocos del estado del país que aconsejaban un aplazamiento de la disolución de Cortes, 494 – Soluciones que pudo tener la crisis, 495 – Prevalece la única absurda, 496 – Las izquierdas, las derechas y el centro, 496 – Disolución de Cortes, 498 – Surge el Frente Popular, 498 – Cómo se fue a las elecciones, 499 – La víctima propiciatoria, 499 – Sorpresas del escrutinio, 500 – Triste abandono de don Niceto, 501 – Fuga precipitada de Portela, 502 – Dos conductas frente a frente, 502.
Libro V. La catástrofe
CAPÍTULO 41. COINCIDENCIAS SOSPECHOSAS, 507
Sobre la crisis de Portela, 507 – Hipótesis, 508 – Coincidencias sospechosas, 508 – Complicidad evidente, 508 – Lenin y el mascarón de proa, 508 – Los nombres de la fatalidad, 509 – Profecías sobre el próximo resultado electoral, 509 – Aciertos y errores, 509 – Romanones, 509 – Calvo Sotelo, 510 – Gil Robles, 511 – Santiago Alba, 511 – José Antonio Primo de Rivera, 511 – Don Niceto, ciego, 512 – Información profética sensacional, 513 – Argumento final, 515.
CAPÍTULO 42. RODANDO HACIA EL ABISMO, 519
Causas catastróficas, 519 – El Frente Popular, 519 – Cómo se formó, 519 – Sus componentes, 520 – Papá es un farsantón, 520 – Estadísticas vergonzosas, 521 – La campaña electoral, 522 – Las viejas malas artes, 523 – Culpas de todos, 524 – La farsa de una legalidad, 524 – Responsabilidades de Ginebra, 525 – La crisis de Portela, 526 – Ahí queda eso, 527 – Solución catastrófica, 528 – Improcedencia de esta solución, 528 – Don Niceto y Azaña, 529 – Sus antagonismos, 529 – Odio y desprecio, 530 – Y, sin embargo, le confía el poder, 530 – Rodando hacia el abismo, 531.
CAPÍTULO 43. SE INFRINGE LA CONSTITUCIÓN, 533
En el que se prosigue, desarrolla, termina y resume la tesis anterior, 533 – La quinta catástrofe, 533 – Preliminares, 534 – La intriga, 534 – El Artículo 81 de la Constitución que parece claro y… huele a queso, 535 – Análisis del Artículo, 535 – En relación con el 125, 537 – Cortes Constituyentes y Cortes ordinarias, 537 – Lo que fueron y nada más, las de 1931, 537 – Mi tesis, 537 – Cuando Homero se dormía…, 538 – Plebe, demagogia y democracia, 539 – Las Cortes libres y todo lo demás esclavo, 539 – Lo que crearon, 539 – El Congreso de 1936, 540 – La proposición socialista, 541 – Enorme contradicción, 542 – Se sustituye al Presidente, 542 – Se infringe la Constitución, 543 – Consecuencias catastróficas, 544.
CAPÍTULO 44. LA PRIMAVERA TRÁGICA, 545
Breve sinopsis de la catástrofe, 545 – Estadística trágica, 547 – Cuadro de las Cortes, 548 – El Presidente del Congreso: su discurso, 548 – Comentarios, 549 – Réplica de Calvo Sotelo, 553 – Interrupciones salvajes, 553 – Ambiente moral de la Cámara, 555 – La iglesia de San Luis, 556 – Entierro de un bombero, 556 – La cabeza de Lerroux, 556 – Temores de mis amigos, 556 – Por qué resistí, 557 – Atentado contra Jiménez Asúa, 558 – Sondeos y exploraciones, 559 – Preparo mi viaje, 561 – Asesinato de Calvo Sotelo, 562 – Sensación, 563.
CAPÍTULO 45. EL ALZAMIENTO NACIONAL, 565
Características del acontecimiento, 565 – Breve descripción, 566 – Su diferencia de otros crímenes de Estado, 567 – Pasividad del Gobierno, 567 – Los asesinos impunes, 568 – Mi posición ante el movimiento militar, 568 – Paso a paso y hora por hora, 569 – Avisos postreros, 569 – A San Rafael, 570 – A Portugal, 571 – Las primeras noticias, 572 – Cavalcanti al teléfono, 573 – Mi adhesión al Alzamiento Nacional, 573.
CAPÍTULO 46. DESAPARICIÓN DE LA LEGALIDAD, 575
Se pregunta cómo hubieran reaccionado Inglaterra y Francia frente a un hecho como el asesinato de Calvo Sotelo, 575 – Cómo desapareció de España, de hecho y de derecho, la legalidad, 576 – Demostración de que ni el general Franco ni el Ejército se salieron de la ley, 578 – El pueblo y el Ejército se identificaron con el Alzamiento Nacional, 579 – Las Democracias y las Dictaduras, 580 – Vuelta al pasado, 580 – Relación entre la guerra europea y la presente, 581 – Si hubiéramos participado en aquélla, 583 – Comparación de perjuicios y ventajas, 584 – Tres consecuencias, 588.
EPÍLOGO, 591
Índice onomástico, 605
Prólogo de: Juan Manuel Martínez Valdueza
Alejandro Lerroux García es el paradigma del fracaso de la Segunda República española. Y junto a Manuel Azaña, Indalecio Prieto y Niceto Alcalá Zamora compone el conjunto de hombres que, a través del conocimiento de sus trayectorias personales y políticas, nos lleva a comprender ese periodo de nuestra historia tan corto y tan complejo: el de régimen republicano. Y que tuvo consecuencias tan graves para varias generaciones de españoles, incluida la de los que hoy se asoman a la dirección de la cosa pública.
La imagen que hoy tenemos de estos cuatro hombres responde fielmente al cambio operado en la sociedad española en las últimas décadas, y que le ha asignado a cada uno de ellos un papel para la Historia. Así tenemos asumido al intelectual Azaña, al estadista Prieto, al necio Alcalá Zamora y al corrupto Lerroux. Admiración, respeto, ignorancia y desprecio repartidos a y por ese orden. El lector puede hacer la prueba buceando en la web procelosa, aun descartando las floraciones antisistema y navegando sólo por las aguas más cultas y cultivadas, siempre más sencillo que viajar por las bibliotecas que, a pesar de todo, conservan de forma indeleble en letras de molde el paso de los tiempos.
Y sin embargo…
Cuando afirmo que Alejandro Lerroux es el paradigma del fracaso republicano, lo hago porque es en él, y únicamente en él, donde confluyen los ideales y conductas republicanas desde mucho antes de la proclamación del ansiado régimen y durante su atropellado recorrido. Es el único dirigente genuinamente republicano que se sienta en el Gobierno Provisional en 1931. Los demás, revolucionarios por un lado y allegadizos por otro, que irán utilizando al nuevo sistema para sus intereses ideológicos, partidistas, de clase y personales. Y es Alejandro Lerroux el único de esos dirigentes republicanos que se mantiene fiel al ideal de una república para todos los españoles que excluye, precisamente, los intereses citados. Enemigo pues, desde el principio, de sus compañeros de viaje republicano, será, también desde el principio, claro objetivo de éstos. Es posible que en otras condiciones sociales y políticas, por ejemplo dentro de un régimen consolidado y con una sociedad adaptada y convencida de las transformaciones que necesariamente habrá de afrontar, esto no hubiera pasado de legítima lucha política entre adversarios con alternativos vencedores y vencidos cediéndose el poder con una respetuosa inclinación. Pero no es el caso. Arrinconado el líder y su partido, destruidos ambos, la masa media queda flotando y concluye asiéndose a la desesperada a formaciones no republicanas que terminarán dando la réplica al desajuste creado. Y con la réplica el desastre.
Alejandro Lerroux escribe La pequeña Historia de España desde el exilio, en 1937, en plena guerra civil, en caliente, con sus más fieles amigos republicanos –ministros de sus gobiernos, diputados, correligionarios– recién asesinados alevosamente por su amada República, sin haber participado ni tener nada que ver en la sublevación contra el régimen –otros escondidos–, despojado de sus bienes, de sus papeles, hablando casi de memoria, desconcertado…
Tiene 73 años y piensa que ha visto y vivido de todo. Pero en sus cuartillas deja claro que no. Y cuenta, a veces a borbotones, otras de puntillas, buscando un porqué para todo este desastre; y lo encuentra, convencido, y nos da sus pautas, sus razones, en un cúmulo de pequeñas cosas, de pequeñas comedias, de pequeños dramas, de pequeñas tragedias que desembocan en la gran catástrofe. Y casi, casi un único responsable: Niceto Alcalá Zamora y su personal manera de dirigir la política nacional en esos años, ignorando a sus afines, entregándose a sus contrarios, a aquéllos que más tarde también se desharían de él…
El resultado es una crónica acelerada de seis años de angustias, de traiciones, de desencantos y de responsabilidades, donde faltan nombres por miedo en aquel presente, donde abundan situaciones imposibles para un político a la vieja usanza, de toda la vida, de los de antes, en un presente barriobajero y atroz, de puñalada trapera…
Pero más aún que la torpeza y falta de miras de Alcalá Zamora, de mayor trascendencia política sin duda, le atormenta la traición de su amigo Diego. De Martínez Barrio. Alcanza en estas páginas el político sevillano el nivel de gran felón, vendido a intereses espúreos bajo pretexto de desacuerdo político, facilitando así el golpe de muerte al Partido Radical. La traición del amigo. Más dolorosa que cualquier derrota, por imprevisible e injusta; por íntima. Es de antología la visita que realizan Martínez Barrio, Marcelino Domingo y Azaña a Lerroux en su alcoba: En mi modesto cuarto de dormir se podía recibir a la gente; no sé cómo me lo habrán dejado sus ocupantes fraudulentos, los milicianos rojos. Una cama sencilla. Dos mesas de noche, con los teléfonos y los libros. Un block y un lápiz para notas. Un radiador y sobre su repisa un busto y unos retratos. Una butaca de reposar y otras dos auxiliares. En la más próxima se sentó Azaña; en la más lejana Marcelino Domingo. De pie, a los de la cama, Martínez Barrio. Allí se le traslada la jugada de Alcalá Zamora, perfectamente estudiada: el encargo de formar gobierno a su segundo, Martínez Barrio. Quieren su venia. Es el comienzo de la felonía que pocos meses después desemboca en la disidencia de Martínez Barrio y el principio del fin de los radicales.
Hace pocos meses José Carlos García Rodríguez ha abordado, por fin, de manera clara y profunda otro de los asuntos que supuso para Alejandro Lerroux el descrédito personal y para su partido el final y su salida del protagonismo de la vida política: el asunto del estraperlo. Punto final a la mascarada tan bien urdida y tan eficaz que sirve incluso hoy para desacreditar al Partido Radical y a sus hombres.
Tan eficaz es la propaganda que no quiero dejar de resaltar el hecho de que el famoso término bienio negro asociado hoy al periodo de los gobiernos de Lerroux y asimilados, aparece en estas páginas, escritas en 1937, varias veces, ¡pero referido al que hoy llaman bienio progresista! que es como se conocía entonces al periodo de gobierno de Azaña, por las represiones a los obreros efectuadas en Sevilla y Casas Viejas.
Pero quizá el tema más controvertido sea el de la adhesión de Alejandro Lerroux al movimiento contra el gobierno del Frente Popular que se inicia en julio de 1936. En estas páginas queda clara su posición, que no es otra que su pleno acuerdo con el mismo, en perfecta cohesión con su pensamiento, expresado numerosas veces, de apoyar cualquier acción que sirviera para recuperar los valores de libertad y respeto que preconizaban sus ideales republicanos, caso de estar secuestrados y anulados, así como si también lo estuviese la República misma. Lerroux razona con amplitud sobre estos extremos y llega a su propia conclusión, y después la hace pública sin abdicar en ningún caso de su republicanismo, que lo acompañará hasta la muerte. No fue el único caso entre los republicanos. En su mayor parte, los republicanos que no estuvieron dentro del Frente Popular y salvaron sus vidas, es decir, los otros republicanos que no forman hoy parte del imaginario generalmente aceptado, que no existen, vaya, estuvieron de acuerdo con la sublevación militar sin haber intervenido en ella e, ignorados por los dos bandos, se fundieron en la sociedad que, a pesar de todo, seguía su camino desde dentro de nuestras fronteras.
Por último, hacer constar que, con independencia de los errores que imputa Lerroux a Niceto Alcalá Zamora, sin los cuales según su análisis se podía haber evitado la tragedia de la República, la verdadera causa de la tragedia, su bestia negra, era el socialismo y los socialistas. Incluso aquéllos que, desde posiciones más moderadas como Besteiro, no se opusieron a la implantación por cualquier medio de la República de clase, de la República exclusiva de los proletarios, preconizada por el resto de sus correligionarios y que dejaba fuera a gran parte del pueblo español. Lerroux lucha, aunque no con todas sus fuerzas, contra esa avalancha socialista. Y hago la reserva de sus fuerzas porque no fue sino hasta después de la sublevación socialista de 1934, en que creyó a su antiguo pepito grillo y ministro de la Gobernación, Rafael Salazar Alonso, sacrificado en su cargo por él mismo, y cuyos avisos los consideraba excedidos en pesimismo. En las páginas de su Pequeña Historia, Lerroux recordará amargamente no haberle creído en su momento, al tiempo que le llorará al haber sido ya sacrificado, esta vez de verdad en la cárcel Modelo de Madrid, por el gobierno de Largo Caballero y con el visto bueno, entre los demás ministros socialistas, de Indalecio Prieto.
Anticlerical en su juventud, Lerroux como tantos otros, Azaña incluido, mira al final de su vida hacia el otro lado con la esperanza de no saltar al vacío, o quizá para encontrar las respuestas que no se dan nunca en éste, quién lo sabe. Pero para los que todavía seguimos aquí, con la segura ventaja que da el poder conocer sesenta años después de su muerte lo que ha pasado tras ella, no deja de ser paradójico –lección de historia tantas veces aludida por don Alejandro–, que su bestia negra ya no lo es para nadie; que rige los destinos de España en paz y concordia apoyada por al menos la mitad de ese pueblo español entonces excluido de sus objetivos; que sus antiguos criminales y delincuentes son próceres reconocidos y homenajeados en calles y monumentos, al tiempo que de sus mártires no se conoce ni el nombre. Sencillamente no existen.
Aunque tal vez la paradoja no sea tal. Si entramos un poco más en el fondo de esta cuestión y recurrimos de nuevo a las lecciones de la Historia, lo más probable es que sí le encontremos sentido a toda esta vorágine. ¡Todo es tan relativo!
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