Descripción
Tenemos que tomar partido por las cosas, porque ellas han estado siempre de nuestra parte. Nos han acompañado desde el primer momento y estarán ahí hasta el final. A mí particularmente hace mucho que me atrae la mirada despreocupada, pero honda, a las cosas pequeñas que nos rodean, forman parte de nuestra existencia y son tan insignificantes que no nos paramos a pensar en ellas; y, desde luego, nunca las elegiríamos como objeto de escritura, de belleza en sí, de arte. Y sin embargo en sus Odas elementales Neruda anticipó ese interés por lo insignificante, susceptible de hacerse poesía. Porque las cosas, si se miran bien, tienen su alma; y se trata de rescatar esa alma cautiva de las cosas. Aunque en realidad la poesía, más que en las cosas, está en la mirada. Las cosas, al mirarlas y también al nombrarlas, es como si las rescatáramos de su mundo gris y cobraran de pronto una existencia individualizada y duradera.
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