Descripción
A MODO DE INTRODUCCIÓN por Álvaro Silva y Mora
Conozco a José Caro de Aladrén desde hace tiempo, años diría yo, pero hoy, ahora, en este momento en que me siento a escribir estas líneas que servirán como introducción a su último libro titulado «Solo para ti», creo poder afirmar que lo conozco mucho más o, mejor dicho, muchísimo más, pues José Caro antes de pedirme que escribiera estas líneas ha tenido el sincero interés de que nos viéramos y habláramos de forma distendida para, de esta forma y en empatía con nuestro sentir de poetas, encontrarnos un poco a nosotros mismos y así facilitar la comprensión y carácter de su obra.
En esta cálida y amistosa conversación, José no ha dudado en abrirse y presentarse tal cual es, haciéndome partícipe de sus motivaciones y de sus sueños por seguir amando en esta vida; bien desde su cercanía y presencia física, bien desde la distancia que le permiten sus versos, —que vuelan como dardos de Cupido lanzados sin timidez alguna— a cuantas personas encuentra en su caminar por esta vida descubriendo en ellas luz, alegría, serenidad, belleza, juventud, inteligencia, madurez, y ternura, cualidades destacadas que él tanto admira, respeta y adora.
Después de esa larga conversación que mantuvimos juntos en su casa de Madrid me ha sido muy fácil iniciar estas líneas que son mi punto de partida para respirar en primera mano y con la entonación original el aliento vital que el autor siente y transmite fiel a sí mismo como hombre que nació poeta.
En empatía con su sensibilidad le apunté unas estrofas de un verso que cierto día escribí:
Acuérdate ¡Oh! Poeta
que te pagan para llorar.
Cada soneto una lágrima,
cada lágrima tu pan.
El llanto de un poeta no tiene diques.
No me ha sido difícil aceptar su petición; al contrario, me siento muy honrado que estas pinceladas mías sirvan de introducción a un libro que no es el primero que publica y espero que no sea el último. En él, José Caro rompe y desgarra el velo de sus emociones y con la franqueza del que sabe que lo único cierto son los sentimientos; se desangra gota a gota alcanzando en ocasiones el llanto emocional sin ocultarse ante el mundo ante los demás, de forma descarnada, sin ropajes, sin caretas, sin prejuicios quizá desde el silencio, a media voz, o con la fuerza y el latir de un corazón que palpita, habla y grita herido ante el recuerdo y la nostalgia del amor perdido o ante el inalcanzable nacimiento de un nuevo amor.
El poeta, eternamente deslumbrado por todo cuanto le rodea y más aún ante el sueño de ese amor imposible o inalcanzable da rienda suelta a sus emociones, a sus sentimientos sintiendo el brillo del gozo que parece cercano aunque a menudo, por lo difícil, tan lejano. Así, desbordado en cascada emocional, describe una y otra vez de forma acelerada y sin parar su estado, la desazón, su extravío. Solo así, desde esta realidad, desde esta perspectiva nos está permitido cruzar la línea y entrar en ese mundo mágico y doloroso de todo poeta.
En este libro su autor nos regala sensibilidad y sentimiento al por mayor, su amor intenso, entregado, valiente en el compartir, miedoso, alegre, triste, protegido, arrepentido, leal, desleal; donde se mezcla la Fe y la Esperanza en lo eterno, en la cercanía del juicio divino como el fuego que consume el incienso que se quema en el altar de lo sagrado queriendo llegar al cielo, llegar a Dios, la meta final, lo único que perdura, no como la vida que pronto se pierde… se olvida.
Estos y no otros sentimientos constituyen el eje central sobre los que gravita el alma dolorida del autor de este libro.
Enma, la muy querida llama que arde como recuerdo permanente de amor y gratitud; mujer esposa y madre perdida para siempre pero nunca olvidada ni siquiera cuando en el horizonte llega el deseo de un nuevo amor produciendo días de gloria, de felicidades terrenales que se entrecruzan en la Fe y el misterio que une a Dios con los hombres en medio de tantas tribulaciones propias de la fragilidad y condición de nuestra naturaleza humana, materia y espíritu, cuerpo y sentidos en la búsqueda permanente de Dios y su promesa de eternidad.
El poeta es un mundo; siente más, idealiza más y sufre más solo así, podemos entender su poesía.
El autor se expresa con rotundidad cuando dice:
¿Qué es una vida sin alma
una vida sin sentir?
Es un corazón ya muerto
que no ha sentido el morir.
En una ocasión leí una frase que me impactó y me dio qué pensar:
Todo en la vida
es un tener para perder.
Tal vez puede parecer pesimista pero encierra una gran verdad aunque yo añadiría: Sí, lo perdemos todo o casi todo, pero los recuerdos no, los recuerdos quedan, permanecen y todos sabemos y percibimos con frecuencia que cuanto mayores nos hacemos con más claridad y nitidez nos llegan las imágenes y recuerdos ya lejanos en el tiempo de nuestra infancia y adolescencia. Por eso afirmo que los recuerdos perviven, no desaparecen y perduran en algún apartado rinconcito del alma y el pensamiento y constituyen por sí solos, el caldo de cultivo para el poeta que nunca olvida.
José Caro ha escrito otros libros incluso uno de cuentos donde no faltan enseñanzas y moralejas pero en este que presento, no nos cuenta nada, lo dice todo, lo da todo.
Por suerte la poesía es eterna y el poeta, el artista de su larga historia.
Cada uno con su forma de expresión; doliente, soñadora, insólita o fugaz escriben no solo lo que ven sino lo que sienten y en virtud de su variedad ninguno nos dejará indiferentes.
Solo deseo entes de terminar desearle a José que él y su filosofía de vida hecha poesía perduren, pervivan y sigan siendo sinceros, honestos y sobre todo valientes.
Álvaro Silva y Mora, Duque de Bournanville
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