Descripción
Estos textos, que el autor se niega a etiquetar de cuentos, relatos o cualquiera otra denominación al uso, vienen a confirmar una vez más que la buena literatura no es una cuestión de género. Literario, aclaro, dado como están las cosas hoy en día. Nacen de la voluntad del autor de transmitir algo del camino vivido, sea éste real o imaginario, propio o ajeno –a pesar del freno pudoroso que adorna y desasosiega a los grandes de espíritu–, y cumplen su función plenamente, que no es otra que la de satisfacer necesidades ajenas… y propias.
Sus Textos al aire Juan García Campal nos propone que los disfrutemos con y por los cinco sentidos:
“… Por el tacto, porque ya los ha acogido en sus manos, siéntalos. Por la vista, porque, al menos y sin duda, en esta frase está, atrévase, continúe. Por el olfato, porque, si así lo estima y sigue mi recomendación, es este placer pequeño, pero sin igual, del que no me privo y del que no debería privarse usted con ningún libro que al alcance –que no tiro– se le ponga. Por el oído, porque si lo hojea cerca de éste y le deja susurrar farfulladamente su contenido, éste, por confuso que sea, será más comprensible a su lectura. Pruébelo, además refresca ese calorcillo molesto que a veces se aloja en los pliegues de las orejas o entre éstas y el cráneo. Y reservemos, por último, el sabor para más apetitosos y digeribles alimentos o para disgustar este ejemplar en época de necesidad extrema, que nunca se sabe.”
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